El exilio del coronel
EL PAÍS, El coronel Rifaat el Asad, de 51 años, hermano menor del presidente sirio, Hafez el Assad, regresó a Damasco en diciembre de 1984, tras seis meses de exilio en París, Moscú y Ginebra.
Tras su retorno, asumió formalmente la vicepresidencia del Gobierno sirio, cargo que aún ocupa, aunque sus funciones no pasan de lo meramente protocolario.
Rifaat marchó al exilio en junio de 1984, junto con su familia y 40 guardaespaldas, para evitar una incipiente guerra civil, dada su rivalidad con los altos mandos del Ejército. Dicha rivalidad se hizo pública tras un ataque cardiaco qu...
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EL PAÍS, El coronel Rifaat el Asad, de 51 años, hermano menor del presidente sirio, Hafez el Assad, regresó a Damasco en diciembre de 1984, tras seis meses de exilio en París, Moscú y Ginebra.
Tras su retorno, asumió formalmente la vicepresidencia del Gobierno sirio, cargo que aún ocupa, aunque sus funciones no pasan de lo meramente protocolario.
Rifaat marchó al exilio en junio de 1984, junto con su familia y 40 guardaespaldas, para evitar una incipiente guerra civil, dada su rivalidad con los altos mandos del Ejército. Dicha rivalidad se hizo pública tras un ataque cardiaco que sufrió en noviembre de 1983 el presidente Hafed el Assad, lo que desató una carrera por el poder.
Como jefe de las Brigadas de Defensa (Surayat al Difaa) -entonces un auténtico ejército paralelo con 50.000 hombres bien armados-, Rifaat multiplicó las iniciativas para que nadie le arrebatase el cargo. Frente a sus ambiciones, se encontraba el llamado clan de los Alí: Alí Haydar, comandante de las fuerzas especiales, y Alí Duba, jefe de los servicios secretos del Ejército, a los que apoyaban otros altos oficiales.
Convencidos de que el acceso al poder del pequeño Asad significaría el final de su carrera, estos oficiales se movilizaron para impedir las aspiraciones de Rifaat.
Disgustado por la precipitación con que actuó su hermano, Hafez el Asad elaboró, tras su recuperación en la primavera de 1984, un plan para zanjar el conflicto sin que hubiese, aparentemente, ni vencedores ni vencidos. El primero en ser castigado fue su propio hermano, al que destituyó del mando de las Brigadas. Si militarmente Rifaat y sus adversarios habían quedado empatados, políticamente, el menor de los Asad regresó del exilio bajo la protección de su hermano.