Entrevista:

Múgica: "Quiero dialogar con los jueces, pero desde la primacía del Gobierno"

El nuevo ministro de Justicia aporta al continuismo su talante negociador

El intento, ya tradicional, de forzar en los próximos Presupuestos Generales del Estado un aumento en la dotación para la Administración de justicia y el continuismo en los criterios, equipo y proyectos de su antecesor, Fernando Ledesma, dejan la aportación del nuevo ministro de Justicia, Enrique Múgica Herzog, en poco más; que en la oferta de su talante negociador. Así y todo, cuando Múgica ofrece su deseo de diálogo con los jueces advierte que "siempre manteniendo la primacía del ministerio".

Guipuzcoano de 56 años, casado y con, tres hijos, antiguo miembro del PCE e histórico en la d...

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El intento, ya tradicional, de forzar en los próximos Presupuestos Generales del Estado un aumento en la dotación para la Administración de justicia y el continuismo en los criterios, equipo y proyectos de su antecesor, Fernando Ledesma, dejan la aportación del nuevo ministro de Justicia, Enrique Múgica Herzog, en poco más; que en la oferta de su talante negociador. Así y todo, cuando Múgica ofrece su deseo de diálogo con los jueces advierte que "siempre manteniendo la primacía del ministerio".

Guipuzcoano de 56 años, casado y con, tres hijos, antiguo miembro del PCE e histórico en la dirección del PSOE, Múgica lleva muchos años asentado en la política, pero no termina de aterrizar en su flamante cargo. Por deseo de Múgica, asiste a la entrevista el director de gabinete del anterior y del actual ministro, Joaquín García Morillo, quien le asesora en algunas respuestas.

Pregunta. Los ciudadanos están descontentos con el funcionamiento de la justicia. ¿Qué esperanzas es capaz de suscitar usted?

Respuesta. Desde el establecimiento del sistema democrático, la defensa de los derechos ciudadanos ha impactado la Administración de Justicia, que se ve superada por la exigencia democrática de justicia y, a pesar de que ha aumentado enormemente la productividad de los tribunales, existe una descompensación entre ese crecimiento y la demanda. Para adecuar uno y otra, lo que vamos a hacer es impulsar, continuar la reforma procesal.

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P. Una de esas reformas consiste en dar más protagonismo al fiscal en la investigación de los delitos. Desde sectores jurídicos progresistas se han señalado los riesgos que entraña esta reforma.

R. Este ministerio no puede actuar siempre por la existencia del factor miedo, del factor qué va a pasar, sino que debe preocuparse porque los derechos de los ciudadanos se vean atendidos adecuadamente y el elemento fundamental para que esto ocurra es una justicia a tiempo, vinculada a la satisfacción de los derechos individuales. La insistencia que hacemos en la intervención del fiscal en tareas de investigación está relacionada con la importancia que atribuímos al factor tiempo.

Los fiscales no prevarican

P. ¿Pero no cree usted que, dada la dependencia gubernamental del fiscal general del Estado y la estructura jerárquica de los fiscales, si ellos seleccionan los delitos a investigar, existe el riesgo de impunidad de funcionarios o cargos públicos?

R. Yo no puedo aceptar en absoluto esa posición, porque es una posición apriorística que equivale a admitir que los fiscales pueden prevaricar. Y naturalmente, yo me niego en absoluto a aceptar eso.

P. Para lograr una justicia rápida es preciso un drástico aumento de medios. ¿Qué incremento presupuestario aproximado considera necesario para los problemas urgentes de 1989?

R. Estamos trabajando en la preparación de los presupuestos y yo tengo confianza, porque me consta, por supuesto, en que la atención al gasto social, siguiendo las orientaciones del presidente del Gobierno, se va a cumplir también en la Administración de Justicia y las cantidades de que vamos a disponer van a ser importantes. Yo voy a pretender que sean mayores de lo que parece previsto ahora y confío en conseguirlo.

P. Sin embargo, se ha publicado que el aumento va a ser sólo entre el 3% y el 4%.

R. (García Morillo: "Eso lo voy a aclarar desde el principio. El 3 y pico que ha salido es absolutamente falseado, porque hay un servicio del Ministerio de Justicia que ha pasado al Ministerio de Asuntos Sociales, por lo que hay que descontar eso, y porque los 16.000 millones que se le daban a la Iglesia Católica también han desaparecido. Por lo tanto, aunque el crecimiento aparente entre 1988 y 1989 pueda ser de un 3% o un 4%, el crecimiento material se situa por encima del 15%".) (Múgica asiente.)

P. ¿Cómo ve más a los jueces, como funcionarios públicos o como titulares del poder judicial? Son las dos cosas, pero se puede acentuar una u otra.

R. (García Morillo: "Esa pregunta es una trampa saducea, como decía el Torcuato [Torcuato Fernández Miranda, presidente de las últimas Cortes franquistas]. Yo plantearía la pregunta de otra forma. La cuestión no está planteada sobre si son más funcionarios o más titulares de un poder del Estado, sino sobre el modelo judicial que se quiere, y lo que está claro es que hay dos modelos judiciales diferentes, el de la izquierda y el de la derecha. Ese es el problema, creo yo".) (Múgica calla.)

P. ¿Asume usted esa respuesta?

R. Tampoco lo veo de esa forma, ¿no? (...). Hay una ley orgánica del Poder Judicial, que ha de cumplirse. La respuesta que yo puedo dar es que no se trata de que sean funcionarios o titulares del poder judicial. Escoger una u otra vía sería establecer una valoración que no puede hacerse, porque eso sería una interpretación que el Ministerio de Justicia haría de la norma muy clara de la ley. Por tanto, el Ministerio de Justicia no entra en ese juego.

P. En el curso sobre Administración de Justicia y reformas procesales, celebrado la semana pasada en Santander, se criticó esa ley e incluso se pidió su derogación. ¿Piensa usted reformarla y en concreto aumentar las competencias del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que hoy son muy pocas?

R. Yo creo que no son pocas... (García Morillo: "Hay que dar tiempo a que se sedimenten las cosas".) Si cada vez que hay una ley orgánica, la vamos a reformar al año, a los dos años, a los tres años, vamos a tener en continuo movimiento el sistema procesal y judicial, que es conveniente que tenga una cierta estabilidad.

Productividad judicial

P. Habla usted de estabilidad. En su discurso de clausura del curso de Santander habló también de "identidad" entre el nuevo Gobierno y el anterior y de continuidad en el Ministerio de Justicia. En la anterior etapa se puso el acento en la exigencia de productividad y disciplina a los jueces. ¿Va a mantener esa política judicial o va a introducir otros criterios?

R. Cuando hablo de continuidad me refiero, más que a la gestión del departamento, a la continuidad del proyecto socialista en relación con la justicia. Sí, voy a mantener una política de exigencia de productividad en la Administración de Justicia. Naturalmente, que la exigencia no es unilateral. Yo también quiero que hablen conmigo, que dialoguen, que debatan conmigo y yo con ellos, pero siempre manteniendo la primacía del ministerio, en cuanto el ministerio está llamado a que se cumplan los procedimientos y los plazos y se respeten los derechos.

P. ¿Cuánto tiempo piensa usted mantener el actual equipo?

R. (García Morillo, de broma: "Yo me salgo". Se queda.) Estoy muy contento con este equipo y confío en mantenerlo todo el tiempo que dure yo como ministro de Justicia.

P. Durante la anterior etapa se han producido conflictos entre los poderes ejecutivo y judicial, tales como el caso de la juez Huertas [negativa de guardias civiles, avalada por el Gobierno, a comparecer a una diligencia judicial] o el reciente caso Amedo [órdenes del Gobierno a funcionarios para que no declaren al juez sobre el posible uso delictivo de los fondos reservados del Ministerio del Interior] u otras confrontaciones que, han obligado al CGPJ a recriminar al Ejecutivo. ¿El nuevo ministro de Justicia va a tratar de evitar esas situaciones?

R. Cuando se trata de opiniones, por importantes que sean, yo las respeto, lo cual no quiere decir en absoluto que las considere justas ni las acepte.

P. Entonces, ¿no tiene en la cabeza ninguna idea para impedir esos conflictos?

R. Los conflictos dependen muchas veces del talante de los interlocutores y los que me conocen saben que yo tengo un talante abierto al diálogo siempre. Ese talante voy a prodigarlo de buena fe y quiero que los demás lo desarrollen igualmente. Es de ese modo como se, pueden obviar los conflictos.

P. Usted invoca repetidamente la soberanía popular como legitimadora del poder político. ¿No cree que el origen electivo de los políticos está mediatizado por la concentración de poder en las ejecutivas de los partidos?

R. Es necesario que los partidos tengan coherencia entre su actividad y su programa, por lo que es precisa una dirección sólida, aunque sometida a la crítica en su gestión tanto del comité federal como de los congresos.

P. ¿Y cree usted que la democracia interna funciona perfectamente en el PSOE?.

R. ¡Funciona perfectamente!. Si lo sabré yo, que llevo 20 años en su comisión ejecutiva.

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