Tribuna:

Los altos vuelos de Craxi

Esta vez hasta sus mayores enemigos políticos han reconocido que Bettino Craxi, el secretario general del Partido Socialista Italiano (PSI), "ha volado alto" en su discurso, el jueves, de apertura de la asamblea nacional del PSI en Bolonia. Craxi quiso celebrar el acontecimiento -en el que anunció la convocatoria de un congreso extraordinario del partido para la primavera próxima- justo el día del aniversario de la Revolución Francesa. De ahí que la Prensa haya comentado que Craxi se ha lanzado "a la conquista de una nueva Bastilla" para hacer del PSI en Italia una especie de PSOE de Felipe Go...

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Esta vez hasta sus mayores enemigos políticos han reconocido que Bettino Craxi, el secretario general del Partido Socialista Italiano (PSI), "ha volado alto" en su discurso, el jueves, de apertura de la asamblea nacional del PSI en Bolonia. Craxi quiso celebrar el acontecimiento -en el que anunció la convocatoria de un congreso extraordinario del partido para la primavera próxima- justo el día del aniversario de la Revolución Francesa. De ahí que la Prensa haya comentado que Craxi se ha lanzado "a la conquista de una nueva Bastilla" para hacer del PSI en Italia una especie de PSOE de Felipe González en España.Precisamente el domingo pasado, el presidente del Gobierno, el democristiano Ciriaco de Mita, sorprendió a la opinión pública con la afirmación en una entrevista a este diario de que su partido, la Democracia Cristiana (DC) de De Gasperi, es "similar" en su función de estabilidad política al PSOE español, que gobierna, según De Mita, con la coalición de los votos del centro.

Craxi le ha respondido indirectamente afirmando que, por el contrario, lo que él pretende es que el PSI se convierta en la verdadera fuerza progresista y moderna de Italia, en una línea gonzalesca o miterrandiana.

En realidad no existe contradicción, ya que el sueño de Craxi es el de acabar sustituyendo la función que durante 40 años ha tenido la DC, es decir, su "centralidad política". Querría que el PSI fuese, en clave laica, moderna y progresista, la democracia cristiana del 2000. De ahí que Ottorino Gurgo haya escrito ayer en el editorial de IlMattino de Nápoles: "Craxi tiene objetivos ambiciosos y no los esconde". Añade que el punto final de esos objetivos pretende ser "la construcción de un gran partido socialista, plasmado según el modelo español o francés, capaz de ser realmente alternativo a la Democracia Cristiana bajo la enseña de un nuevo bipolarismo". Un bipolarismo DC-PSI, que el líder socialista sueña inclinándose a su favor en los próximos años con un PSI de mayoría relativa, como hoy lo es la DC.

'Bettino, el cauto'

Pero, como el mismo Craxi ha dicho, el camino es aún largo y no fácil. Por eso su discurso ha sido más bien prudente y sin los cuchillos afilados de otras veces. De ahí que Giaripaolo Pansa, subdirector de La Repubblica, haya apellidado ayer a Craxi Bettino el cauto, al haber pronunciado un discurso que ha tranquilizado o desilusionado a quienes temían o esperaban una nueva perestroika socialista. Craxi ha explicado con orgullo que mientras el partido crecía un 0,4% en los 10 años anteriores a su llegada a la secretaría, en estos 12 últimos años de su liderazgo ha duplicado los votos. Por ello al PSI se le llama hoy el casi segundo partido del país, ya que las esperanzas de los socialistas están puestas en el sorpasso o adelantamiento a los comunistas en las próximas elecciones europeas.

Craxi, en realidad, sacará con toda probabilidad los cuchillos de su perestroika en el próximo congreso extraordinario, ya que lo que se propone es hacer del suyo un partido "menos viejo, menos corrompido, más eficiente; es decir, lo que aún no es pero puede ser en un futuro muy próximo", como han escrito ayer los observadores políticos.

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Mientras tanto, Craxi ha dado una especie de tregua a todos sus adversarios políticos, desde De Mita, a quien ha recordado que "no debe dormirse en los laureles", hasta los comunistas, a quienes empuja a deshacerse sin ambigüedades del viejo mito togliatiano, a radicales, verdes, liberales, socialdemócratas y demás partidos pequeños, a quienes Craxi ve como futuros satélites que acabarán girando en tomo al gran sol socialista si no quieren apagarse para siempre.

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