Tribuna:

Ultrasolución

Hace años que le sigo la pista a una frase. Es ésta: la principal causa de los problemas son las soluciones. No estoy seguro de su autor. Se la oí por primera vez a Eric Sevareid, comentarista de la cadena CBS, para explicar la caza de brujas de McCarthy y Vietnam, aquellas falsas soluciones que acabaron creando los enormes problemas. Por mi amigo Murphy supe que un tal Peer reclamaba la paternidad de la frase, aunque retocada. La solución a un problema cambia el problema, y la ilustraba con las no menos famosas consecuencias paradójicas de la ley seca. También el autor del ...

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Hace años que le sigo la pista a una frase. Es ésta: la principal causa de los problemas son las soluciones. No estoy seguro de su autor. Se la oí por primera vez a Eric Sevareid, comentarista de la cadena CBS, para explicar la caza de brujas de McCarthy y Vietnam, aquellas falsas soluciones que acabaron creando los enormes problemas. Por mi amigo Murphy supe que un tal Peer reclamaba la paternidad de la frase, aunque retocada. La solución a un problema cambia el problema, y la ilustraba con las no menos famosas consecuencias paradójicas de la ley seca. También el autor del principio de Peter suele manejarla en sus artículos sobre el gigantismo de la pirámide burocrática. En buena lógica administrativa, insiste, la solución al problema del papeleo aumenta el papeleo. Y Galbraith: las reuniones no sólo son indispensables cuando no se quiere hacer nada, sino excelentes remedios para generar nuevos problemas.Ahora, Paul Watzlawick, de la escuela de Palo Alto, eleva la frase a teoría en un reciente librito titulado Cómo triunfar en el fracaso. La fórmula infalible para lograr un espléndido fracaso, asegura, está en la llamada ultrasolución. O sea, inventarle al problema una solución no sólo falsa, a ser posible radical. La teoría es impecable, pero fallan los ejemplos. Habría que becar al de Palo Alto para que conociera nuestras castizas ultrasoluciones. Le sería de gran utilidad un master en las dependencias del Ministerio del Interior, especialmente en narcotráfico y terrorismo. No sólo las soluciones a los problemas de la droga y del nacionalismo violento son tan. erróneas como las que utilizan los drogadictos y los terroristas, es que el gran problema actual son los remedios. O un cursillo en teléfonos y Correos, para comprobar cómo el caos nace de la ultrasolución: de la falsa necesidad empresarial de crecer a toda costa. Lo mismo que con la sanidad, el tráfico, la justicia y demás embotellamientos. Y la ultrasolución propiamente dicha: agitar el patio militar inventando soluciones para los militares ultras.

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