Tribuna:EL MERCADO ÚNICO DE LA EUROPA DE LOS DOCE EN 1992

La unidad de los trabajadores y la CES

La CS de CC OO considera que la revolución científico-técnica en curso, basada en la microelectrónica, con sus derivados, robótica, informática, más la ingeniería genética, exige para la mejor utilización de su capacidad de producción y de mejora de las condiciones de vida concentrar recursos; se necesitan grandes magnitudes humanas, geoeconómicas y fuentes de materias primas.Solamente así se podrá asegurar la rentabilidad de estas nuevas técnicas. Su proyección en el cuadro de la sociedad europea occidental, dominada por el gran capital, se hace en dos direcciones: vertical una, a través de m...

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La CS de CC OO considera que la revolución científico-técnica en curso, basada en la microelectrónica, con sus derivados, robótica, informática, más la ingeniería genética, exige para la mejor utilización de su capacidad de producción y de mejora de las condiciones de vida concentrar recursos; se necesitan grandes magnitudes humanas, geoeconómicas y fuentes de materias primas.Solamente así se podrá asegurar la rentabilidad de estas nuevas técnicas. Su proyección en el cuadro de la sociedad europea occidental, dominada por el gran capital, se hace en dos direcciones: vertical una, a través de multinacionales, y horizontal otra, vía espacios geoeconómicos como el MCE o CEE.

Al tomar posición sobre el ingreso de España en el Mercado Común Europeo, nuestra confederación partió de que nuestros intercambios económicos, importaciones-exportaciones, se centraban en esta parte de Europa en casi un 50%, y de que, como decimos anteriormente, el proceso objetivo en este contexto desarrolló fuerzas productivas, más realidad comercial económico-política, que nos situaban dentro, aunque por la puerta falsa y en consecuencia con derechos reducidos.

La Europa actual, dominada por el gran capital encabezado por importantes grupos, fabricantes y traficantes de armas sobre todo germano-franceses, y su eje Bonn-París-Madrid, no es la Europa de los pueblos; a pesar de ello había que ingresar, aunque antes era necesario mejorar algunas condiciones negativas en lo socioeconómico que había acordado el Gobierno del PSOE. Las consecuencias para España es que hemos pasado de tener un superávit en la balanza comercial con la CEE en 1985 de 290.000 millones de pesetas a tener a finales de 1987, dos años después de nuestro ingreso, un déficit de más de 650.000 millones de pesetas, con la pérdida de puestos de trabajo que ello supone.

Nuevos acuerdos

Bajo diferentes formas, los sectores dominantes del gran capital de esta parte de la Europa de los doce han ido tejiendo una serie de acuerdos -no sin contradicciones, cierto- que tienen cada vez más importancia en la medida en que nos acercamos a la entrada, en vigor en 1992, de un solo mercado económico con el Acta Única.

Sin negar la importancia política de esta decisión, a lo que más afectará en lo inmediato es a los aspectos económicos y sociales; es decir, a los trabajadores. El sector patronal, a través de los distintos Gobiernos de esta Europa, domina con sus representantes los aparatos de la CEE y decide ampliamente.

En este momento cobra mayor importancia la unidad de los trabajadores ante 1992, también ante la recesión y sus consecuencias, así como ante la operación de que somos objeto por parte de especuladores de todo tipo de dentro y de fuera, como KIO y otros.

CC OO siempre ha considerado que la Confederación Sindical Europea (CES) constituye una base para esa unidad y esa lucha. por la defensa de los intereses de los trabajadores europeos, solidarios con los de otros países y especialmente con los de los países en vías de desarrollo. Por eso, ya desde nuestro primer congreso, en 1978, pedimos el ingreso en la CES de acuerdo con su programa y estatutos. Conseguimos la mayoría absoluta, pero al ser necesario tener dos tercios y oponerse UGT, la DGB, ELA-STV y otros nos quedamos a falta de cuatro o cinco votos, aunque siempre siguió nuestra petición de ingreso en el orden del día.

Hoy, dos acontecimientos nuevos en gran medida -la mejora de relaciones con UGT por un lado y la próxima creación del Acta Unica en 1992- nos acucian.

Apoyo británico

Hoy, con España convertida en paraíso de los especuladores y en infierno de parados y paradas, marginados y marginadas en general", ha llegado la hora de que UGT aquí, y la CES en el plano europeo occidental, reexaminen en sentido positivo la nueva situación. Sería un error sindical no ver que urge una CES más fuerte. No podemos dejar que sea la gran patronal la que hegemonice la nueva Europa, que debe ser de izquierda, de progreso y de paz.

En las conversaciones mantenidas el pasado día 11 en Londres, en visita oficial al Trade Union Congress (TUC), por una delegación de la Confederación Sindical de CC OO compuesta por Antonio Gutiérrez, Javier Velasco y por mí, con Clive Jenkins, Norman Wilis y Ron Todd, presidente del Consejo General, secretario general y presidente del Comité Internacional del TUC, respectivamente, entre otros temas se analizó el próximo congreso de la Confederación Europa de Sindicatos en relación con el ingreso de CC OO.

Los representantes del TUC reafirmaron su total y activo apoyo a la integración de Comisiones Obreras en la CES. Norman Willis señalaba: "Hemos esperado largo tiempo para el ingreso de Comisiones en la CES. En estos momentos en que Europa camina hacia 1992 y el mercado único resulta de gran importancia que exista un movimiento sindical unificado y representativo. El TUC ha apoyado siempre el derecho de Comisiones Obreras a jugar el papel que le corresponde en la creación de una Europa más fuerte y democrática para la clase trabajadora".

CC OO, coincidiendo con nuestros amigos del TUC, está convencida de que una Europa progresista y pacífica exige una Confederación Sindical Europea cada vez más fuerte, cada vez más dinámica. La Confederación Sindical de CC OO está presta para ocupar su plaza dentro de esta nueva Europa y de esta CES.

Marcelino Camacho es presidente de la Confederación Sindical de Comisiones Obreras.

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