Cartas al director

"Memeces"

Periódicamente, el señor crítico de cine de ese diario, señor Fernández-Santos, arremete violentamente contra el cine americano, calificándolo de cine de "memeces" y otras lindezas por el estilo. Parece que le molesta muy mucho el cine yanqui a este señor, y por eso, como se puede leer en sus críticas, arremete con toda su artillería pesada contra el cine de EE UU.A uno, de siempre le ha gustado el cine. Desde mi más tierna infancia he acudido al cine. Puedo decir que todo lo que sé de cine, que me ha llevado a ser crítico titular en un diario vasco durante 10 años, lo he aprendido por mí mism...

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Periódicamente, el señor crítico de cine de ese diario, señor Fernández-Santos, arremete violentamente contra el cine americano, calificándolo de cine de "memeces" y otras lindezas por el estilo. Parece que le molesta muy mucho el cine yanqui a este señor, y por eso, como se puede leer en sus críticas, arremete con toda su artillería pesada contra el cine de EE UU.A uno, de siempre le ha gustado el cine. Desde mi más tierna infancia he acudido al cine. Puedo decir que todo lo que sé de cine, que me ha llevado a ser crítico titular en un diario vasco durante 10 años, lo he aprendido por mí mismo. Película tras película, he ido sabiendo de cine y amando al cine. Y mi mayor cariño por el cine se fija precisamente en el cine americano. Desde John Ford, que me hizo llorar con sus humanos personajes, hasta Howard Hawks, que me enseñó lo que es un amigo, me dieron certeras lecciones de cine y humanidad. Pero se puede decir que esos directores eran los grandes, los maestros. Pero yo tampoco olvido a otros más humildes, como Budd Boetticher, Gordon Douglas, que, dotados de un sentido maravilloso de la aventura -sin olvidar al gran Anthony Mann y sus westerns con James Stewart- en inefables sesiones infantiles, me enseñaron lo que era la aventura pura, me llevaron a horizontes muy lejanos, más allá del río Misisipí. Y todos estos magníficos recuerdos son debidos al cine americano. Tardaría mucho tiempo hasta que llegué a descubrir a Truffaut, Fellini, Visconti, etcétera. Esto llegó con mi etapa de los cine-clubes.

En fin, que estas líneas solamente quiero que sirvan para refrescar un poco la memoria del señor Fernández-Santos y pedirle que enfunde un poco el revólver, ya que, como sucedió conmigo, los niños de ahora que se aficionan al cine en su madurez estoy más que seguro que sus mejores recuerdos serán para Indiana Jones, las guerras de las galaxias y algunos -más de los que se piensa el señor Fernández-San-tos- de esos filmes que martiriza en sus comentarios. Y más a mi favor, si nos damos una vuelta por un videoclub -cultura cinematográfica aparte- verá cómo el público en general se lanza por el cine de EE UU. Y en televisión el récord de audiencias se lo lleva, como siempre, el cine americano. Es una cine realizado con profesionalidad, con ganas, creyéndose lo que hacen. Y esto en el resultado final del producto es muy importante. Y encima, por supuesto, no aburre.

Mire lo que le digo: la peor de las películas americanas, para mí al menos, vale por todo el celuloide rodado durante un año por el cine español. Incluido su querido y defendido Almodóvar, cineasta de la basura y de la bazofia.

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Lo que me consuela es que, por mucho que usted arremeta contra el cine de EE UU, como su industria es tan fuerte como compacta y está tan extendida, nada puede hacer contra él. Y por supuesto el público seguirá acudiendo a ver estos filmes, tanto en cine como vía televisión.

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