Cartas al director

¡Libertad!

"Nosotros llegamos aquí en 1650; no hemos colonizado este país, lo hemos construido", le dice el jefe de la policía al periodista Woods. ¿Quién les dijo que fueran? ¿Quién les invitó a quedarse? ¿Qué han construido ustedes?Europa, ahora tan preocupada porque no han contado con ella para la firma del tratado INF y pierde competitividad, basó durante siglos su potencial en la explotación de los otros continentes.

Convirtió a África en víctima del mayor genocidio de la historia. Aunque los archivos se incendiaron, Folco Quilici y otros investigadores estiman "aceptable" la cifra de 12 mill...

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"Nosotros llegamos aquí en 1650; no hemos colonizado este país, lo hemos construido", le dice el jefe de la policía al periodista Woods. ¿Quién les dijo que fueran? ¿Quién les invitó a quedarse? ¿Qué han construido ustedes?Europa, ahora tan preocupada porque no han contado con ella para la firma del tratado INF y pierde competitividad, basó durante siglos su potencial en la explotación de los otros continentes.

Convirtió a África en víctima del mayor genocidio de la historia. Aunque los archivos se incendiaron, Folco Quilici y otros investigadores estiman "aceptable" la cifra de 12 millones de deportados como esclavos a América, a los que hay que añadir los

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vendidos a Asia. El historiador afroamericano W. E. B. Dubois menciona la aterradora cifra de 100 millones de muertos, considerando todas las situaciones (los deportados, los asesinados en los encuentros, los muertos en los viajes por tierra y por mar; los viejos, mujeres y niños que murieron de hambre en los poblados arrasados- y también algunas tribus heroicas, como los kru, que prefirieron el suicidio a las cadenas).

Ááica soporta hoy, en los albores del siglo XXI (la era de las nuevas tecnologías y los ordenadores de quinta generación), las flagrantes violaciones de los derechos humanos que son el hambre y el apartheid. Suráfrica no es más que el testimonio manifiesto de lo que los europeos, o sus descendientes, hicieron allí mientras las circunstancias les fueron propicias o se lo permitieron. Los afrikaners son avestruces que, inmersos en su estrecho mundo, se niegan a mirar a su alrededor; anclados en el pasado son incapaces de construir el futuro. Empero, también parecían eternos los imperios romano, turco, español, napoleónico, zarista, británico..., y desaparecieron para sólo seguir existiendo en los libros.

Como individuo no puedo hacer nada, pero como ciudadano del mundo sí puedo levantar mi puño para, con rabia, pero lleno de esperanza, gritar junto a Nelson y Winnie Mandela, Steve Biko, Donald Woods y los 22 millones de personas carentes de libertad en aquel bello país: ¡LIBERTAD! y cantar el Gossie sikelele África (Dios bendiga a África).-

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