Editorial:

Los frentes de la 'perestroika'

LA REUNIÓN que acaba de celebrar el Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) ha puesto de relieve la fuerza de las oposiciones que pretenden paralizar el proyecto de reforma de Gorbachov. Aunque éste ha dicho que hay unidad en los órganos dirigentes del partido, de su discurso, y de otras intervenciones en el debate, se desprende la impresión contraria. Hablando ante el parlamento del partido -el cual ha aprobado ya, desde 1985, sucesivas resoluciones a favor de la perestroika-, Gorbachov ha presentado un alegato encendido para demostrar que el camino'pre...

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LA REUNIÓN que acaba de celebrar el Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) ha puesto de relieve la fuerza de las oposiciones que pretenden paralizar el proyecto de reforma de Gorbachov. Aunque éste ha dicho que hay unidad en los órganos dirigentes del partido, de su discurso, y de otras intervenciones en el debate, se desprende la impresión contraria. Hablando ante el parlamento del partido -el cual ha aprobado ya, desde 1985, sucesivas resoluciones a favor de la perestroika-, Gorbachov ha presentado un alegato encendido para demostrar que el camino'preconizado por él es el único que puede sacar a la URSS del atolladero. A la vez, ha dado respuestas individualizadas en los diversos frentes de ataque que acosan a la perestroika.

El ataque conservador, en nombre de los principios sagrados, ha subido de tono, sin duda en respuesta a medidas como la rehabilitación de Bujarin, que ponen en discusión la interpretación oficial que se ha dado del socialismo y del marxismo-leninismo durante casi medio siglo. Para amplios sectores del. aparato del partido, acostumbrado a dictar la verdad marxistaleninista sobre lo divino y lo humano, es vital que esa doctrina no se toque. Ramificada en todo el aparato estatal y económico, esta resistencia ideológica limita la capacidad innovadora de Gorbachov.

Otro frente de ataque es el económico. Existen enormes intereses creados que sabotean una transformación llamada a reducir la burocracia centralizada y a fomentar la autonomía de las empresas. Quizá sea éste el frente más peligroso, porque la reforma económica no podrá eludir medidas impopulares en materia de precios y empleo, y ello puede empujar a sectores obreros a coincidir con los burócratas".

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La mayor novedad del discurso de Gorbachov es la importancia otorgada al problema de las nacionalidades, calificado de "tema más primordial y vital de nuestra sociedad". Hasta ahora, la nueva dirección lo había soslayado, cuando no había cometido graves errores, como en Kazakistán. Su gravedad se ha colocado en primer plano después de las manifestaciones en las repúblicas bálticas.

En éste, lo mismo que en los otros problemas debatidos, se oyeron en el comité central músicas discordantes. El segundo del buró político, Ligachev, habló de las "ofuscaciones nacionalistas", y preconizó la intensificación de la enseñanza del ruso en toda la URSS, confiando en que una enseñanza basada "en los clásicos nacionales" corrija las desviaciones de la juventud. Gorbachov ha hablado en cambio de un retomo a una política leninista que postula "un profundo respeto por la dignidad, el honor, la cultura, la lengua y la historia de cada nación".

En resumen, Gorbachov no está dispuesto a resignarse ante los ataques que está sufriendo. Es significativo que haya exaltado con más fuerza que nunca el imperativo de la democratización, concepto que para él significa impulsar las novedades que han aparecido en la Prensa, en la vida cultural y social, con críticas y opiniones diversas; un debate en cierto modo pluralista. Para no ser ahogada por la resistencia conservadora, la perestroika necesita que crezca la influencia de sectores intelectuales, juveniles, con voluntad de cambio, y por eso la glasnost es decisiva para Gorbachov.

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