Reportaje:EL BUEN AÑO DE LA BANCA

Siete novias para siete hermanos

Los beneficios de los grandes grupos financieros crecieron por encima del 20% en 1987

El revuelo que desde el pasado mes de noviembre afecta a los siete grandes bancos no cesa. A la fusión de los dos bancos vascos se suceden pretendidos acercamientos entre algunos de los otros cinco para no perder el tren de lo que en algunos casos se considera es una voluntad política del Gobierno. No hay nada claro, pero pocos son los que niegan con toda la boca la existencia de contactos entre ellos para ver si alcanzan un acuerdo que suponga el surgimiento de un banco de mayor tamaño.Pero no parecen querer entender que la situación ha vuelto a cambiar desde noviembre. Si entonces se buscó u...

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El revuelo que desde el pasado mes de noviembre afecta a los siete grandes bancos no cesa. A la fusión de los dos bancos vascos se suceden pretendidos acercamientos entre algunos de los otros cinco para no perder el tren de lo que en algunos casos se considera es una voluntad política del Gobierno. No hay nada claro, pero pocos son los que niegan con toda la boca la existencia de contactos entre ellos para ver si alcanzan un acuerdo que suponga el surgimiento de un banco de mayor tamaño.Pero no parecen querer entender que la situación ha vuelto a cambiar desde noviembre. Si entonces se buscó una unión entre un banco muy rentable y otro mayor pero más lento, ahora se ha encontrado la fórmula de juntar dos bancos rentables "en busca de un banco más rentable todavía". El modelo ya no es el mismo, y ahora hay que estudiar el potencial de cada uno para aportar rentabilidad real a una posible fusión.

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Los resultados bancarios vuelven a tenerse en cuenta a la hora de hacer quinielas. De otra forma sería muy peligrosa la aventura porque se podrían quedar descolgados de forma casi definitiva por debajo del listón medio, que es en definitiva lo que hay que evitar a toda costa. Y precisamente los resultados obtenidos en el pasado ejercicio por los grandes bancos nacionales, aunque sobre el papel mantengan en la mayor parte de los casos tasas de crecimiento importantes, por encima del 20%, lo cierto es que la brecha entre unas y otras instituciones financieras parece que se acrecienta con el tiempo.

Dos grupos

El pasado ejercicio ha seguido diferenciando a los siete grandes bancos (Central, Banesto, Bilbao, Hispano, Vizcaya, Santander y Popular) en dos claros grupos. Uno de ellos, formado por el Bilbao, el Vizcaya, el Popular y el Hispano, ha basado la obtención de la gran mayoría de sus recursos generados en la actividad típica bancaria. El segundo, en el que se integran el Central, el Banesto y el Santander -aunque este último en mucha menor proporción-, ha tenido que recurrir a la realización de beneficios extraordinarios para poder presentar fuertes crecimientos de sus recursos y de los beneficios antes de impuestos.

La información facilitada por los grandes bancos sobre su cuenta de resultados es también dispar en cuanto a profundidad y transparencia producto de la rapidez con la que en algunos casos se ha querido dar y por la tradicional tendencia en algunos otros a ofrecer datos parciales pronto que hagan que cuando se hagan públicas las memorias ya se haya pasado el momento de analizarlos. Todo ello junto a que algunos de los bancos siguen presentando zonas oscuras en su capacidad de gestión para el volumen y tamaño de los grupos que conforman.

Una de las diferencias más importantes entre los siete grandes grupos bancarios es que la capacidad de generación de recursos, e indirectamente de beneficios, no guarda relación con el tamaño que tienen. Así por ejemplo, los dos bancos mayores, el Central y el Banesto, obtienen un cash-flow inferior al del Banco de Bilbao, bastante más pequeño de volumen, y muy poco superior al del Vizcaya o al del Santander, bancos que ocupan el quinto y el sexto puesto, respectivamente, en la clasificación por recursos de clientes, y a bastante distancia de los dos primeros.

Si las comparaciones se hacen sobre los beneficios antes de impuestos obtenidos por los siete grandes bancos, la separación entre tamaño y rentabilidad para los accionistas se hace bastante abismal. Según las cifras declaradas, con carácter oficial o de forma aproximada, el grupo del Banco de Bilbao es el que obtuvo un mayor beneficio en cifras absolutas -51.203 millones de pesetas-, seguido por el Vizcaya, con 46.656 millones de pesetas. El crecimiento de los beneficios consolidados de estos dos grupos, dado su proceso de fusión iniciado esta semana, es del 39%, el más alto de todos los grandes grupos bancarios.

El tercer puesto lo ocupa el grupo del Santander, con algo más de 40.000 millones de pesetas y un aumento del 24%. Después se colocan el Banesto y el Central, con unos 36.000 millones de pesetas de beneficios en el caso del grupo del primero y algo más de 32.000 millones en el caso del Banco Central, no del grupo. El crecimiento del beneficio del Central es cercano al 21%. El Banesto no se puede comparar respecto a 1986, ya que esta entidad en aquel año destinó todos sus recursos a provisiones y amortizaciones dentro de su plan de saneamiento. El grupo del Banco Popular ha presentado unos beneficios superiores a los 24.000 millones de pesetas, con un aumento del 8,4%, debido al proceso de integración de los bancos que en el pasado ejercicio estaban jurídicamente vinculados con Popularinsa, y por la aparición de pérdidas derivadas de su intervención en bolsa en la última parte del año.

El Banco Hispano constituye un caso aparte por su decisión de destinar todos los recursos obtenidos para finalizar el proceso de saneamiento iniciado en 1984 y poder empezar 1988 "en igualdad de condiciones que el resto de los grandes bancos", como señalaba recientemente Claudio Boada. Las tasas de crecimiento de sus recursos generados son las más elevadas de los siete grandes grupos, aunque la base de comparación era más baja que el resto. Pero en valores absolutos, y teniendo en cuenta el tamaño de su balance global, las comparaciones empiezan a ser favorables para el Hispano en varios casos.

A nivel general, por tanto, el año 1987 puede considerarse como bastante bueno para la banca, debido a varios factores, entre los que destacan el fuerte crecimiento de la demanda de crédito, especialmente del destinado al consumo, los altos tipos de interés que han existido a lo largo del ejercicio, las fuertes cantidades de recursos propios de los bancos cuyo coste es nulo y, en algunos casos, las ventas de participaciones accionariales y de inmuebles, llevadas a cabo sobre todo en la primera mitad del año.

Crédito al consumo

El crecimiento del crédito al sector privado durante 1987 ha sido bastante más elevado del previsto inicialmente por la Administración y ha ido dirigido en mayor proporción al crédito al consumo, "que es donde se soporta mejor un encarecimiento de los tipos de interés", como declaraba el responsáble de uno de los siete grandes bancos. Para este ejecutivo, "los altos tipos de interés a lo largo del año han repercutido sobre todo en los tipos efectivos al consumo porque las grandes empresas varían, según les vaya conviniendo, sus tipos de referencia sobre el interbancario o el preferericial. Los clientes particulares tienen tipos fijos".

Este aumento del crédito ha compensado, en buena parte de los casos con creces, el relativo encarecimiento de algunas partidas del pasivo de los bancos como consecuencia de la liberalización de tipos de interés para las imposiciones a plazo inferior al año. Pero, y los bancos no destacan este aspecto en sus informes, las fuertes provisiones que han tenido que hacer las entidades financieras para cumplir las exigencias en materia de solvencia dictadas por el Banco de España han supuesto para las entidades que lo han hecho un abaratamiento general de sus costes financieros muy elevado que empieza a dejar sentir sus efectos sobre los resultados.

Las entidades financieras manejan, para poder realizar sus inversiones, recursos propios y ajenos. Los recursos ajenos, depósitos de clientes y préstamos de otras instituciones financieras, tienen un coste que en general varía según las condiciones del mercado. De los recursos propios, sólo el calpital desembolsado por los accionistas exige una remuneración, que depende de los resultados finales obtenidos. Las reservas y las provisiones, que en los últimos años han sido crecientes y muy importantes, tienen un coste cero para las instituciones financieras, ya que son recursos generados en ejercicios anteriores y se mantienen dentro de los balances hasta que se tengan que dar de baja porque se produzca un fallido. La recuperación económica ha hecho que haya un alto nivel de recobros de préstamos hasta ahora considerados fallidos o morosos que luce en las cuentas de resultados.

En la medida en que la parte de recursos a coste cero aumenta, se reduce el coste medio del total de recursos utilizados y, por tanto, tiende a estabilizarse el margen financiero, que es la diferencia entre los ingresos obtenidos y los costes que se han tenido que pagar para poder llevar a cabo las inversiones.

Gracias a los atípicos

Los mayores ingresos por comisiones cobradas por participar en los procesos de desintermediación financiera, en especial las obtenidas por ceder temporalmente a particulares y sociedades deuda pública con pacto de recompra, y el intento de contención de los gastos de transformación que vienen llevando a cabo las entidades ayudan en algunos casos a la majora de sus recursos generados y de beneficios.

Los beneficios atípicos, producto de la desinversión bancaria mediante la venta de participaciones accionariales o de inmuebles, han servido a algunos bancos para mejorar sus cuentas de resultados.

En este sentido hay que destacar que los beneficios atípicos del Banesto durante los nueve primeros meses del año superaron los 19.000 millones, mientras que los beneficios totales a final de año apenas superan los 30.000 millones como banco.

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