"¡Que nadie salga de casa!"

El toque de queda, última táctica israelí ante la protesta palestina en los territorios ocupados

Cada día un nuevo pueblo, una nueva ciudad o un nuevo campamento de refugiados palestinos en los territorios ocupados por Israel es sometido al toque de queda. "¡Que nadie salga de su casa!", se anuncia por altavoz desde un jeep del Tsahal (Ejército israelí). Pero la calma no retorna. Las manifestaciones estallan en cualquier punto una y otra vez. La imposición del toque de queda generalizado es la última y nueva táctica israelí contra la hasta ahora imparable rebelión de los palestinos.

Unos 300.000 palestinos viven bajo toque de queda: uno de cada cuatro de los que habitan en los terr...

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Cada día un nuevo pueblo, una nueva ciudad o un nuevo campamento de refugiados palestinos en los territorios ocupados por Israel es sometido al toque de queda. "¡Que nadie salga de su casa!", se anuncia por altavoz desde un jeep del Tsahal (Ejército israelí). Pero la calma no retorna. Las manifestaciones estallan en cualquier punto una y otra vez. La imposición del toque de queda generalizado es la última y nueva táctica israelí contra la hasta ahora imparable rebelión de los palestinos.

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Unos 300.000 palestinos viven bajo toque de queda: uno de cada cuatro de los que habitan en los territorios ocupados. Hasta ahora, ni las muertes, ni la represión continuada, ni las deportaciones de cuatro dirigentes -cuya inmediata repatriación piden la Cruz Roja Internacional y de la Organización de las Naciones Unidas-, ni la amenaza de igual sanción sobre otros palestinos destacados por sus actividades nacionalistas han podido calmar los espíritus. Más bien ha ocurrido al contrario, como lo demuestran los enfrentamientos ocurridos el pasado fin de semana en el Monte del Templo, en Jerusalén, así como en diversos lugares de Gaza y Cisjordania.En el pasado, la deportación, considerada como una de las penas más graves, intimidaba, y por lo mismo contribuía a restaurar el orden. Ahora no; los jóvenes palestinos siguen manifestándose, lanzando piedras y cócteles molotov igual que antes de las deportaciones.

El secretario general adjunto de la ONU para asuntos de Oriente Próximo, Marrack Goulding, ha podido por fin comprobar esta realidad en carne propia. Durante un recorrido que realizó el pasado fin de semana al campamento de Balata, cerca de Nablús, en la Cisjordania ocupada, fue recibido, junto con sus acompañantes israelíes, por una descarga cerrada de piedras, y el paso de su vehículo fue obstaculizado por barricadas de neumáticos encendidos.

En el momento en que los soldados israelíes disparaban sobre la multitud para reabrir la ruta, Goulding tuvo miedo y ordenó dar marcha atrás. "Se dio literalmente a la fuga, dando órdenes con voz histérica a su chófer para que escapara de allí a toda prisa", contó después un testigo.

Guerra de desgaste

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El toque de queda va a convertir la actual protesta explosiva en una guerra de desgaste en la que triunfará el que tenga más aguante. Los estrategas israelíes esperan que los trabajadores palestinos impedidos de acudir a sus trabajos para ganar el pan o los comerciantes al borde de la ruina ejercerán una presión cada vez mayor sobre los jóvenes activistas de las protestas para que las acaben y pueda retomar la normalidad a esos territorios.Esta táctica es absolutamente nueva y obligada por las circunstancias. Anteriormente, ante una manifestación, el Ejército se esforzaba en disolver a los manifestantes, detener a los cabecillas y que la población palestina continuara su vida normal.

Pero ahora, tras la detención de unos 2.000 palestinos y el anuncio de la expulsión de nueve "agitadores peligrosos" -cuatro de los cuales ya fueron deportados a Líbano-, los jóvenes siguieron manifestándose. Esto hizo que el ministro de Defensa, Isaac Rabin, decidiera la semana pasada aplicar una sanción inmediata y generalizada, el toque de queda, contra toda localidad en la que hubiera incidentes.

Los sufrimientos adicionales a raíz del toque de queda pueden hacer pensar a los organizadores de las protestas que es mejor poner fin, al menos provisionalmente, a los choques. "La otra posibilidad es que la desesperación y el hacinamiento crezcan hasta el punto de volverse en contra de las expectativas y den lugar a una nueva y mayor explosión de descontento", ha escrito el especialista militar Zeev Schiff en el periódico israelí Haaretz.

Un experto en cuestiones palestinas, Yehuda Litani, describió en el diario Hadashot un reciente encuentro que sostuvo con un dirigente palestino de Gaza, considerado próximo a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). "No sólo los israelíes fueron sorprendidos por la decisión, audacia, tenacidad y amplitud de la revuelta de los jóvenes palestinos", relató el dirigente a Litani. "También nosotros", continuó, "sus padres, los responsables de los campamentos, que creían estar al corriente de todo, vimos con asombro cómo crecía la rebelión".

Este dirigente aconsejaba a los dirigentes israelíes iniciar negociaciones con la OLP, antes de que "los nacionalistas más responsables pierdan todo el control de la situación en favor de las fuerzas más fanáticas y opuestas a toda negociación con Israel". Este debate ha ido tomando fuerza lentamente en el seno de la sociedad israelí.

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