Nacionalismos y 'perestroika'

Un economista soviético relaciona el éxito de la reforma con el 'factor nacional'

El prestigioso economista soviético Gavril Popov ha instado a estudiar la experiencia occidental para elaborar urgentemente una nueva concepción de las relaciones entre las nacionalidades en la URSS, y ha advertido que, de no proceder a esta elaboración, el factor nacional operará contra la perestroika en la Unión Soviética. En la revista literaria Znamia, Popov analiza la aparición del grupo rusófilo, chovinista y antisemita Pamiat (Memoria), al que considera como una consecuencia de la insatisfacción provocada por el sistema burocrático unificador soviético, y afirma que la URSS "no puede de...

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El prestigioso economista soviético Gavril Popov ha instado a estudiar la experiencia occidental para elaborar urgentemente una nueva concepción de las relaciones entre las nacionalidades en la URSS, y ha advertido que, de no proceder a esta elaboración, el factor nacional operará contra la perestroika en la Unión Soviética. En la revista literaria Znamia, Popov analiza la aparición del grupo rusófilo, chovinista y antisemita Pamiat (Memoria), al que considera como una consecuencia de la insatisfacción provocada por el sistema burocrático unificador soviético, y afirma que la URSS "no puede desarrollarse normalmente desde el punto de vista económico sin resolver los problemas nacionales".

En medios políticos oficiales soviéticos existe actualmente gran preocupación por los efectos desestabilizadores de distintas manifestaciones de carácter nacionalista acentuadas en los últimos tiempos, desde los sucesos de Kazakistán, en diciembre de 1986, hasta las manifestaciones del pasado verano en las repúblicas del Báltico, pasando por las reivindicaciones de los tártaros deportados de la península de Crimea por Stalin.El grupo Pamiat, que goza popularidad creciente entre ciertos sectores de la sociedad rusa, defiende una revalorización de la historia y el pasado cultural de esta nacionalidad, a la que considera como la más sufrida y explotada de la URSS.

Popov advierte del enfoque "colonizador", comparable al de los ingleses en la India o al de los franceses en África, contenido en algunas de las afirmaciones de quienes dicen estar a favor del "pueblo ruso", pero asegura comprender el surgimiento del fenómeno en base a la opresión sufrida por la cultura y la historia rusa tras la Revolución de Octubre. Sin embargo, el concepto de "nación elegida", (defendido por muchos teóricos rusos) y sus "especiales derechos", que puede encontrarse en Pamiat o en la Biblia, es la esencia de la ideología del "nacionalsocialismo" o "fascismo", según Popov.

El derecho a la "memoria histórica" no es, según Popov, exclusivo del pueblo ruso, sino que pertenece también a los otros pueblos que componen la URSS. "¿Qué hacer cuando la memoria de un pueblo choca con la memoria de otro pueblo, cuando un mismo suceso exige diferentes interpretaciones?". "Los pueblos asentados en nuestro país a lo largo de un largo período de tiempo no sólo vivieron los unos junto a los otros, no sólo se ayudaron, sino que lucharon entre sí". Según Popov, la idea de "pueblo elegido" lleva a la "degradación" del pueblo que la sustenta y sólo puede mantenerse con la fuerza. "El pueblo que golpea a otro pueblo debe tener un palo y debe tener gente que maneje bien este palo".

El economista trata de explicar que la fuerza de una cultura no está en su aislamiento, sino en su mezcla con otras, y señala que la potencia de la cultura rusa se debió a la asimilación de la cultura bizantina y, a través de ella, de la herencia de la cultura antigua y latina, así como a la elaboración de elementos de la cultura oriental.

Popov no vacila en considerar que hay muchos "honrados y sinceros patriotas rusos" en las filas de Pamiat, ya que, según él, el destino del pueblo ruso fue "tan difícil que se pueden, si no justificar, sí comprender muchas emociones de los miembros de Pamiat. Afirma, no obstante, que algunos dirigentes de la organización son "paranoicos". El mal está, según Popov, no en la existencia de éstos, sino en el hecho de que tales, líderes encuentran un auditorio. Popov piensa que la Prensa soviética hace en ocasiones propaganda de Pamiat por el solo hecho de mencionarla aunque sea un un contexto crítico. Opina también que hay fuerzas interesadas tanto en Occidente como en la misma URSS en alentar las manifestaciones nacionalistas, ya sean de Pamiat, de tártaros y hebreos en Moscú o de jóvenes en las repúblicas bálticas. "En Occidente gritan: '!Mirad, en la URSS no hay perestroika!. Y paralelamente en la URSS exclaman: !Mirad a lo que ha llevado la permisividad!'".

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Excusa para todo

La conclusión, según Popov, es común: "Dejarlo todo como estaba antes". Pamiat "desacredita la perestroika y por sus puntos de vista radicales da motivo a una fundada indignación". Tal indignación lleva, según Popov, a la idea de prohibir, disolver y no pemitir. "Y el que hoy no permite una reunion de Pamiat, de acuerdo con este mismo esquema, perseguirá a los hippies y a continuación a cualquier otra cosa". "A veces me parece incluso que hay alguien que de forma artificial aviva las brasas semiapagadas con la esperanza de que surja la necesidad de echar agua al incendio". Popov se pronuncia por un enfoque diferenciado de la economía en función de las peculiaridades sociales y culturales de las diferentes zonas de la URSS y pide que se elabore una política nacional que se ajuste al rumbo de la perestroika y unas formas de perestroika que tengan en cuenta las peculiaridades nacionales. Vaticina el profesor que los problemas nacionales, "en contra de antiguos pronósticos", "no desaparecerán en el curso de la perestroika". La cuestión nacional es a menudo utilizada, según Popov, como excusa para otros problemas, como la lucha por el poder, ya que en la URSS existen cupos nacionales tanto en la vida académica como política o administrativa.Aboga Popov por un enfoque más sofisticado de la historia y las cuestiones nacionales dentro de las tradiciones marxistas, aunque señala que ni Marx ni Engels elaboraron un "trabajo fundamental sobre la cuestión nacional". Como pasos concretos, Popov defiende la libertad de todos los pueblos de la URSS de aprender su propia lengua donde quiera que estén. "Grandes grupos de gente están privados, por ejemplo, de la posibilidad de enseñar a sus hijos su lengua materna sólo porque viven y trabajan en territorio de otra república", señala Popov, recogiendo las quejas que desde Siberia formulaban unos trabajadores petroleros de origen aserbaiyano.

"¿Por qué no se puede aprender cualquier lengua en el territorio de cualquier república si hay necesidad?", señala Popov, según el cual, en EE UU "los niños pueden estudiar en todas partes la lengua y la historia del pueblo al que pertenecen". Popov propone abandonar el enfoque territorial-administrativo y sustituirlo por otro extraterritorial y democrático e introducir en los consejos locales un organismo encargado de velar por los derechos de las distintas nacionalidades representadas en la comunidad, así corno abandonar el control desde arriha sobre cuantos diputados de una nacionalidad u otra hay en los órganos de poder de una determinada república.

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