La revolución tóxica

Ni los lucenses más viejos recuerdan una agitación generalizada como la vivida en los últimos días. Han tenido que ser unos bidones conteniendo productos tóxicos y altamente peligrosos y un rosario de equivocaciones el detonante que movilizara a los habitantes de una provincia que han permanecido impasibles ante otras muchas situaciones.Como una sola voz, la provincia de Lugo se ha rebelado contra la decisión adoptada, no se sabe por quién, de trasladar los bidones recuperados del Cason a suelo lucense. Y desde la madrugada del viernes sus habitantes viven preocupados e irritados a la espera d...

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Ni los lucenses más viejos recuerdan una agitación generalizada como la vivida en los últimos días. Han tenido que ser unos bidones conteniendo productos tóxicos y altamente peligrosos y un rosario de equivocaciones el detonante que movilizara a los habitantes de una provincia que han permanecido impasibles ante otras muchas situaciones.Como una sola voz, la provincia de Lugo se ha rebelado contra la decisión adoptada, no se sabe por quién, de trasladar los bidones recuperados del Cason a suelo lucense. Y desde la madrugada del viernes sus habitantes viven preocupados e irritados a la espera de que se dé solución a un problema que, en su opinión, nunca debió existir. Ha sido una cadena de errores y despropósitos la que ha llevado a tres camiones transportando 255 bidones de productos tóxicos a un peregrinaje absurdo por las carreteras luguesas.

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Cuando en la madrugada del viernes las campanas del templo de la pequeña villa de Guitiriz repicaron para alertar a los vecinos del peligro, se iniciaba una reacción de protesta generalizada. Los habitantes de esta comarca viven todavía indignados por el traslado del campamento militar de Parga a Figueirido (Pontevedra) y por el anuncio de desmantelamiento de la factoría de Sidegasa, de la que vive una gran parte de los habitantes de la zona. Casi inmediatamente más de 500 personas lograron retener los bidones por espacio de 13 horas. La oposición vecinal de Guitiriz sirvió de poco. Tras más de 16 horas de enfrentamientos los bidones lograron llegar al campamento de Parga. De madrugada, el sábado, iniciaban otro viaje no menos absurdo hacia la costa.

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