Estupor en medios eclesiásticos ante la prohibición de celebrar conciertos de música en las iglesias

El documento vaticano que prohibe celebrar en las iglesias consagradas todo tipo de conciertos que no sean de música sagrada -es decir, los de la llamada música profana- ha causado estupor y sorpresa en medios eclesiásticos españoles. El texto (ver EL PAÍS de ayer) supone la exclusión de los conciertos de música moderna y música clásica, y se incluye dentro de "los esfuerzos de la curia romana por centralizar el gobierno de las diócesis" manifestaron a este diario fuentes próximas a la jerarquía católica española. Andrés Pardo, director del secretariado de la Comisión Episcopal de Liturgia, no...

El documento vaticano que prohibe celebrar en las iglesias consagradas todo tipo de conciertos que no sean de música sagrada -es decir, los de la llamada música profana- ha causado estupor y sorpresa en medios eclesiásticos españoles. El texto (ver EL PAÍS de ayer) supone la exclusión de los conciertos de música moderna y música clásica, y se incluye dentro de "los esfuerzos de la curia romana por centralizar el gobierno de las diócesis" manifestaron a este diario fuentes próximas a la jerarquía católica española. Andrés Pardo, director del secretariado de la Comisión Episcopal de Liturgia, no quiso hacer ninguna declaración hasta conocer el documento, que ayer no había llegado a sus manos, según dijo.

"Una cosa es que se admita una ley, y otra que se acepte", dijo una fuente próxima a la jerarquía eclesiástica, que recordó que la polémica medida adoptada ahora puede correr la misma suerte que la recomendación de vestir sotana o la de emplear el latín. Es decir, cada obispo intentará en su diócesis adoptar la vía más adecuada ante el texto romano. "Porque si cerramos las iglesias a los conciertos dejamos de ofrecer un servicio a la comunidad humana declaró la misma fuente."Además", añadió, "el único sitio en muchas poblaciones donde se puede escuchar música con unas condiciones acústicas medianamente decentes es en un templo".

El documento abre en cierta medida una puerta a la discrecionalidad de los obispos, quienes tendrán la responsabilidad de decidir si un concierto reúne las garantías necesarias para ser considerado de música sagrada.

En este sentido, algunos medios eclesiásticos recuerdan que anteriormente también se prohibía que la orquesta que actuaba en las fiestas mayores siguiera la procesión o interpretara en la misa. Y, sin embargo, se hacía. Ahora se augura para el nuevo documento vaticano, surgido de la Sagrada Congregación para el Culto Divino, una interpretación práctica parecida a la mencionada sobre las orquestas.

Algunos liturgistas han mostrado su sorpresa por esta medida que, a su juicio, supone "la imposición de la autoridad litúrgica centralizadora romana". "Tampoco se respeta la inculturación, en el sentido de que ello supone tener en cuenta las normas y pautas de cada cultura particular", agregaron las citadas fuentes, para las que "la Iglesia tiende a enquistarse, en caso de no dejar que cierta música entre en los templos".

La difícil distinción

Entre los expertos eclesiásticos existe cierta confusión porque "resulta muy difícil distinguir entre música profana y la sagrada, y más cuando algunos autores han compuesto todo tipo de música e incluso las marchas nupciales tienen un origen claramante profano En cualquier caso, según los citados medios, se trata de un paso más en ese enquistamiento y giro sobre sí misma que vive la Iglesia actual.Todos los sectores consultados coinciden en señalar que en última instancia queda en manos del párroco y del obispo el tomar en consideración esta medida proveniente del dicasterio que preside el cardenal Mayer. El documento deberá pasar por la Comisión Episcopal de Liturgia, que preside el primado de España y arzobispo de Toledo, Marcelo González.

El texto de la Congregación para el Culto Divino permite conciertos de música no sagrada en templos en los que ya no se ejerce el culto divino, es decir, aquellas iglesias "desconsagradas". En ningún caso se permitirá que los asistentes deban abonar cantidad alguna, aunque voluntariamente podrán dar alguna limosna.

En Cataluña, la prohición de interpretar este tipo de música es especialmente grave y ha sido criticada por los organizadores de conciertos en esta comunidad. El 60%, de los más de 50 festivales que se celebran en verano en tierras catalanas se realizan total o parcialmente en iglesias y monasterios.

Aunque la prohibición de interpretar música no estrictamente religiosa en las iglesias "ha estado siempre vigente", manifestó Pablo Gómez de Osaba, dominico y director de la Semana de Música Religiosa de Cuenca, "se ha hecho más o menos la vista gorda", añadió.

Un viejo sacerdote recordó que en España, durante el franquismo, había que pedir permiso al obispado incluso para la celebración en las iglesias de conciertos de órgano, uno de los instrumentos más relacionados con la liturgia católica, informa Andrés F. Rubio. También estaban prohibidos los coros mixtos, y el padre Otaño fue suspendido a divinis durante tres días por haber utilizado uno de ellos en el funeral de José Antonio Primo de Rivera.

En Barcelona, por ejemplo, actuó hace años en la basílica de Santa María del Mar nada menos que Duke Ellington, maestro del jazz,- y en Prades (Francia), en la iglesia de San Martín de Cuxá, se sigue celebrando el festival potenciado por el violonchelista Pau Casals. Grupos castellanos de folklore, cantantes de música popular, orquestas y solistas han actuado muchas veces en templos españoles. La propia Teresa Berganza ofreció hace unos años un recital en el Monasterio de El Escorial. Orquestas y grupos de prestigio realizan grabaciones discográficas en iglesias.

Gómez de Osaba recordó, sin embargo, polémicas que se han suscitado a partir de este asunto; por ejemplo, en el último Festival de Salzburgo fue prohibida en una iglesia la interpretación de la obra El libre de los siete sellos, de Schmith.