Cartas al director

El tiempo perdido

No deja de ser una interesante sorpresa el tema del editorial del día 1 de octubre de 1987 de EL PAIS, En busca del tiempo perdido. En efecto, no recuerdo en mis años de lector de ese diario un solo editorial anterior que se ocupara de reflexionar en términos filosóficos sobre los últimos descubrimientos científicos acerca del origen o naturaleza del universo. No obstante, la brevedad de dicho artículo y su escaso contenido parecen demostrar hasta qué punto se encuentra alejado el editorialista de un conocimiento profundo del objeto de sus reflexiones, ocupado como está continuamente en...

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No deja de ser una interesante sorpresa el tema del editorial del día 1 de octubre de 1987 de EL PAIS, En busca del tiempo perdido. En efecto, no recuerdo en mis años de lector de ese diario un solo editorial anterior que se ocupara de reflexionar en términos filosóficos sobre los últimos descubrimientos científicos acerca del origen o naturaleza del universo. No obstante, la brevedad de dicho artículo y su escaso contenido parecen demostrar hasta qué punto se encuentra alejado el editorialista de un conocimiento profundo del objeto de sus reflexiones, ocupado como está continuamente en analizar sólo los problemas y acontecimientos que ocurren dela estratosfera para abajo.Pero es normal que así sea, pues en una sociedad como la española, con una mayoría de los intelectuales y sabios que no cesa de contemplarse el ombligo, no tiene nada de extraño que uno de sus más importantes órganos de prensa dedique tan corto espacio a un tema que se considera generalmente lejano de las preocupaciones de los individuos y de los gobiernos. Sería muy positivo, sin embargo, comenzar a cambiar de óptica, y es posible que su breve editorial así lo anuncie. Existen ya hoy teorías sobre la naturaleza del universo y el papel que el hombre juega en el mismo, basadas en las más serias y sofistiacadas investigaciones científicas, que pueden ayudamos a encontrar un sentido auténtico a la existencia humana y, por ende, al establecimiento de un nuevo contrato social más justo y más libre.

Por último, sería muy de desear que en lo sucesivo EL PAIS abriese sus páginas de cuando en cuando al debate de estos temas trascendentales, y no únicamente ante la visita de un ser extraordinario como Stephen Hawking. Profesor agregado de bachillerato.

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