Cartas al director

La 'txozna'

En su artículo La 'txozna' del tío Jon (EL PAÍS, 14 de septiembre) lanza Savater una nueva andanada contra los sedicentes defensores de los valores patrios, versión abertzale, y cuantos sin el menor sonrojo intentan beneficiarse de tanto cretinismo y prepotencia bélica. Oigo mencionar al PNV y a su quintaesencia heroica, el MVLN, y me llevo la mano a la vergüenza. Vergüenza ante tanta muerte inspirada en ideologías chabacanas sobre no-sé-qué esencias vascas amenazadas por la política genocida de la España imperial; vergüenza ante tanta barricada fruto de una rebelión adole...

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En su artículo La 'txozna' del tío Jon (EL PAÍS, 14 de septiembre) lanza Savater una nueva andanada contra los sedicentes defensores de los valores patrios, versión abertzale, y cuantos sin el menor sonrojo intentan beneficiarse de tanto cretinismo y prepotencia bélica. Oigo mencionar al PNV y a su quintaesencia heroica, el MVLN, y me llevo la mano a la vergüenza. Vergüenza ante tanta muerte inspirada en ideologías chabacanas sobre no-sé-qué esencias vascas amenazadas por la política genocida de la España imperial; vergüenza ante tanta barricada fruto de una rebelión adolescente contra la autoridad -¿paterna?-, y no de un radical compromiso político. Uno, de formación psicoanalítica, siente la tentación de jugar con metáforas edípicas, pero se abstiene dado el escaso predicamento de que por estos pagos goza la ironía.Adolece el artículo de Savater de un exceso de frivolidad que tampoco me parece aceptable. Ciertamente, no padecemos ningún tipo de opresión colonial que justifique el uso de la violencia -ellos lo llaman lucha armada, pero los militares siempre han sido bastante zafios en sus proclamas-. Tan cierto como que el panorama pintado por Engels en 1845, en La situación de la clase obrera en Inglaterra, tampoco es aplicable a la realidad actual, al menos en Occidente. Y, sin embargo, esto no significa que vivamos en una sociedad igualitaria. Aunque en estos tiempos de la imagen y el pensamiento débil resulte impertinente y démodé referirse a la lucha de clases. Pero negar este supuesto colonialismo no implica considerar como simple travesura la cerrilidad con que el poder central desdeña aspiraciones tan legítimas como la autodeterminación, pongamos por caso. Dirija Savater sus aceradas diatribas contra las regias instituciones que garantizan constitucionalmente la unidad patria y verá cómo en España es-

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cribir ya no es llorar..., salvo que uno se distraiga.

Habrá que seguir lamentando la inexistencia en Euskadi de un proyecto político radical tan ajeno a la brutalidad pueril de los cruzados como al mediocre posibilismo de tanto abanderado de la razón.-

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