El subdirector destituido por supuesta corrupción fue condecorado hace meses tras una misión en Líbano,

José María Rodríguez Cordón, de 47 años, destituido como subdirector general del Ministerio de Asuntos Exteriores por supuesto cobro de comisiones, había sido condecorado en diciembre de 1986, hace ocho meses, como "comendador de número de la Orden de Isabel la Católica", en recompensa por una misión "muy especial" que realizó en Libano durante 1986 en compañía de altos cargos de la seguridad del Estado.

La visita a Líbano se realizó a comienzos de 1986, en un momento en que grupos extremistas libaneses habían amenazado los intereses españoles por dos razones: porque en España se encont...

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José María Rodríguez Cordón, de 47 años, destituido como subdirector general del Ministerio de Asuntos Exteriores por supuesto cobro de comisiones, había sido condecorado en diciembre de 1986, hace ocho meses, como "comendador de número de la Orden de Isabel la Católica", en recompensa por una misión "muy especial" que realizó en Libano durante 1986 en compañía de altos cargos de la seguridad del Estado.

La visita a Líbano se realizó a comienzos de 1986, en un momento en que grupos extremistas libaneses habían amenazado los intereses españoles por dos razones: porque en España se encontraban presos algunos terroristas libaneses, y porque se había anunciado el inminente establecimiento de relaciones entre España e Israel.De hecho, muy pocos días después del viaje de Rodríguez Cordón a Líbano fueron secuestrados dos funcionarios libaneses de la embajada española y un miembro del GEO (Grupo Especial de Operaciones) que se había trasladado allí para vigilar la representación en Beirut.

Las actividades de José María Rodríguez Cordón están siendo investigadas por dos vías. De un lado, la judicial, ya que existen sospechas de que el ex subdirector general ha percibido comisiones por los contratos de suministros electrónicos de seguridad y de comunicaciones a las embajadas españolas y al ministerio. De otro, miembros del Centro Superior de Información de la Defensa (CESID) y expertos policiales investigan si informaciones secretas que tuvo a su alcance han podido ser filtradas a terceras personas.

La misión del subdirector destituido consistía en mejorar la seguridad de los edificios y adquirir sistemas automáticos de transmisión de textos cifrados (en clave) y secráfonos (para impedir intervenciones telefónicas).

José María Rodríguez Cordón conduce un Peugeot 505 del que aún le queda un año por pagar y vive en un piso de alquiler con su esposa y un hijo de corta edad. Hizo la carrera diplomática y la de ingeniería industrial, y es monitor de buceo. También es criptólogo de Estado Mayor, merced a un curso que realizó en el CESID sobre la forma de descifrar y emitir mensajes en clave. Ha sido condecorado dos veces: En la última de ellas, se debió a "una misión muy especial en un territorio muy delicado", y prefiere no revelar más. Fuentes del ministerio indicarían después que se trató de una misión en Líbano.

"Compadezco a los que han tenido que vigilarme, porque mi vida es muy aburrida", declaró ayer en presencia de su abogado, Juan Ruiz. Este letrado aseguró que iniciará acciones legales contra algunas publicaciones por las noticias que han dado sobre el caso.

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"Nadie me ha preguntado"

El ex subdirector general, asegura con vehemencia que es inocente, y que aún ignora qué indicios puede haber en su contra. "El subsecretario del ministerio", narra Rodríguez Cordón, "me explicó el 27 de julio que había unas sospechas y que iba a ser relevado mientras se investigaba el caso. Desde entonces no he sabido nada más, hasta que he visto las informaciones de la Prensa. Ningún policía, ningún juez, nadie me ha preguntado nada, ni se me ha abierto expediente".

Respecto a su actividad en el ministerio, señala que contaba con un equipo de técnicos encargado de elaborar los informes sobre el material que se va a comprar. "La designación de las empresas a las que se compra el material puede ser digital, pero yo siempre enviaba una convocatoria a varias para que presentasen sus ofertas. En general, trabajábamos con 15 o 20, aunque dependía de la compra concreta. Los técnicos presentaban sus informes, y yo, con esos estudios, elevaba una propuesta al director general. Este la pasaba luego al subsecretario, que podía aceptarla o rechazarla, por ejemplo a causa de que no estaba pormenorizada o no había estudios suficientes. Un 60% de las propuestas eran aceptadas, normalmente. Es decir, no se trataba de una decisión personal mía. Y mis informes estaban motivados por estudios técnicos previos".

En los dos años en que lleva en el cargo ha tenido relación con contratos que suman entre 600 o 700 millones de pesetas, según explica. Tres empresas, que prefiere no citar, se han llevado el grueso de esas inversiones. Otras han quedado excluidas, y el ex subdirector cree que de ese descontento tal vez provienen las acusaciones.

"Que investiguen mis cuentas, no tengo patrimonio, que investiguen lo que quieran. Y luego", añade, "cuando terminen, quiero volver a ser el oficial mayor del Ministerio de Asuntos Exteriores. Aunque sólo sea durante 24 horas".

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