VERANO 87

Retrato real en Marivent

Los fotógrafos españoles realizaron un breve plante por la falta de organización

El rey Juan Carlos, la reina Sofía, el príncipe Felipe, las infantas Elena y Cristina, los príncipes de Gales y sus hijos, Guillermo y Enrique, aparecieron en la entrada de Marivent pasados dos minutos de las 11 horas. El pastor alemán que siempre suele aparecer en las fotos reales protagonizó la anécdota negativa de la sesión, al comenzar en ese momento una lucha con un pequinés blanco de la reina Sofía. El pastor alemán mordió con violencia al otro perro, que comenzó a ladrar histéricamente de miedo.Los Reyes y los príncipes, ajenos a que las imágenes de la lucha de los animales eran captada...

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El rey Juan Carlos, la reina Sofía, el príncipe Felipe, las infantas Elena y Cristina, los príncipes de Gales y sus hijos, Guillermo y Enrique, aparecieron en la entrada de Marivent pasados dos minutos de las 11 horas. El pastor alemán que siempre suele aparecer en las fotos reales protagonizó la anécdota negativa de la sesión, al comenzar en ese momento una lucha con un pequinés blanco de la reina Sofía. El pastor alemán mordió con violencia al otro perro, que comenzó a ladrar histéricamente de miedo.Los Reyes y los príncipes, ajenos a que las imágenes de la lucha de los animales eran captadas por varias decenas de fotógrafos, sujetaron a Archie, el pastor alemán. Doña Sofía trató de controlar al pequinés y poco después lo entró en la casa. Todos se asustaron, excepto el pequeño Guillermo que, a sus tres años, se ha hecho ya un gran amigo de Archie Su palmadita en la cabeza del perro tranquilizó al animal.

La Reina y sus hijas llevaban elegantes vestidos. Doña Sofía lucía una blusa y una falda verde y blanca, con cinturón y pendientes dorados. Sus sandalias también eran verdes. Las infantas vestían más discretamente: Cristina, de amarillo, y Elena, de blanco.

Lady Di estaba muy roja. El sol que había tomado el viernes en la cubierta del Fortuna y el sábado en la piscina de Marivent había afectado a su delicada piel. Su rostro y sus brazos estaban enrojecidos, por lo que contrastaban con el conjunto amarillo pálido que la princesa de Gales había elegido para recibir a los fotógrafos. Los zapatos, planos, eran de color dorado.

Los componentes de las dos familias intercambiaron frases de compromiso entre ellos, siempre utilizando el inglés como lengua común. Ningún reportero hizo pregunta alguna, ya que la Casa Real y el representante del palacio de Buckingham -un miembro del consulado británico en Madrid- así lo habían solicitado.

Discreta protección

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La sesión se prolongó durante 10 minutos. Los protagonistas, que en todo momento fueron protegidos discretamente por una docena de policías, salieron al jardín durante unos instantes para ofrecer una imagen distinta que la anterior. Al volver a las escalinatas se produjeron las primeras escenas cariñosas del rey Juan Carlos. El monarca acarició a Enrique, el hijo pequeño de los príncipes de Gales. El niño se quitó su zapatilla derecha y se la dio al Rey, que trató inútilmente de volver a colocársela. El príncipe Felipe y las dos infantas se mostraban, mientras tanto, muy serios.

El hijo mayor de Carlos y Diana, Guillermo, fue quien pronunció la primera palabra en voz alta. "¡Hola", dijo en inglés en repetidas ocasiones. Su otra frase fue aún más divertida: "¿Cuándo terminaréis?", dijo dirigiéndose a los fotógrafos, mientras su madre le regañaba tímida y cariñosamente. En ese momento el Rey se levantó y el príncipe le siguió inmediatamente. La sesión había terminado. Los Reyes y los príncipes de Gales se despidieron de los fotógrafos, que habían impresionado centenares de rollos de película. Felipe, el heredero español, fue la última persona en entrar en la casa., tras darle su padre una pequeña palmada en el costado.

La sesión había terminado y pocos segundos después los Reyes y los príncipes pudieron ver el vídeo y las fotos polaroid que la princesa Irene, hermana de doña Sofía, había captado desde una de las ventanas del palacio.

Sobre la una de la tarde, las dos familias se dirigieron a Puerto Pi, la base naval de Palma, donde embarcaron en el Fortuna y se perdieron en el horizonte, dejando tras de sí una estela de: burbujas y decenas de fotógrafos, ansiosos de tomarles todavía más fotos.

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