Cartas al director

Dimita usted, señor director

Hubo una fecha clave, abril de 1985. A partir de ahí, EL PAÍS empezaba a perder su objetividad, su independencia y el contacto con la realidad del país. ¿Qué ocurre?, nos empezamos a preguntar. Hubo un claro golpe de timón. Quién hay detrás, no lo sé. Hay un responsable como director, Juan Luis Cebrián. Él ha procurado poner un defensor del lector -y no esa palabra horrible de ombudsman- como parapeto para las críticas y una sección de cartas al director claramente manipulada.Al principio, una de cal y otra de arena. Cuando se convocó el referéndum había que pisar el acelerad...

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Hubo una fecha clave, abril de 1985. A partir de ahí, EL PAÍS empezaba a perder su objetividad, su independencia y el contacto con la realidad del país. ¿Qué ocurre?, nos empezamos a preguntar. Hubo un claro golpe de timón. Quién hay detrás, no lo sé. Hay un responsable como director, Juan Luis Cebrián. Él ha procurado poner un defensor del lector -y no esa palabra horrible de ombudsman- como parapeto para las críticas y una sección de cartas al director claramente manipulada.Al principio, una de cal y otra de arena. Cuando se convocó el referéndum había que pisar el acelerador de las críticas al Gobierno. Encaradas las legislativas de junio de 1986, el señor Cebrián se quitó la careta. Maneja con titulares las encuestas (31 de mayo, 1 de junio y 14 de junio). Se dedica a intentar impresionar a los lectores los días 3 y 5 de junio con noticias sobre el crecimiento de la deuda pública, exactamente igual que lo hace unos días antes de las recientes elecciones del 10 de junio de 1987, añadiendo en esta ocasión las ventas de armas, Cabañers, etcétera. Se notaba demasiado.

Más información

El 21 de junio de 1986, día anterior a las legislativas, día de reflexión, EL PAÍS publica un artículo propagandístico del CDS a tres columnas de página con el título El valor del centro, firmado por el candidato Adolfo Suárez. A pesar de sus editoriales, Cebrián no pudo evitar otro triunfo socialista, por mayoría absoluta. De ahí al 10 de junio de 1987 ya lo sabemos todos. Una campaña bien orquestada de la prepotencia y arrogancia del señor Cebrián.

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¿Y la enfermiza manía contra el señor Barrionuevo? El único medio que, en momentos de unirse contra el terrorismo, pide su dimisión es EL PAÍS. ¿A quién representa? El señor Cebrián no maneja a este Gobierno como en otras ocasiones hacía, y de ahí su rabia. Apuesta descaradamente por Suárez (el editorial del 1 de julio parecía mandado para publicidad por el CDS), pero el pueblo español es más inteligente que el director de EL PAIS.

Como dice el 9 de julio en su editorial -en el que aflora su impotencia contra el Gobierno-, la manipulación acabará contra los propios manipuladores, y usted es medalla de oro. ¿Se publican cartas contra el señor Cebrián?- Ricardo García.

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