Las cosas ya no son lo que eran

Nicolás Redondo frunce el ceño y retira su brazo con un movimiento brusco del amable tirón con que Felipe González le invita a acompañarle a saludar a los pensionistas que han logrado acercarse hasta la primera fila. Abrazos. Felipe González tiene a una anciana colgada del cuello. Todos quieren tocarle. Decirle cosas.Tiene que volver en varias ocasiones hacia las vallas de seguridad, dejarse abrazar. El presidente aguanta pacientemente el "baño de multitud". Cuando vuelve hacia su asiento se abrocha con apuro la camisa, abierta hasta el estómago por el calor de los pensionistas.

Son 8.0...

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Nicolás Redondo frunce el ceño y retira su brazo con un movimiento brusco del amable tirón con que Felipe González le invita a acompañarle a saludar a los pensionistas que han logrado acercarse hasta la primera fila. Abrazos. Felipe González tiene a una anciana colgada del cuello. Todos quieren tocarle. Decirle cosas.Tiene que volver en varias ocasiones hacia las vallas de seguridad, dejarse abrazar. El presidente aguanta pacientemente el "baño de multitud". Cuando vuelve hacia su asiento se abrocha con apuro la camisa, abierta hasta el estómago por el calor de los pensionistas.

Son 8.000 o 10.000 ancianos que han venido de toda España para presentar su homenaje a José González Mora, un viejo militante que hoy vive su jornada particular. Se han sentado obedientemente en sus asientos. En el pecho, sobre la camisa, la pegatina con las siglas de UGT. Alguno trae su verso preparado que quiere, por favor, recitar -"es muy cortito"- "al compañero Felipe". Cuando Felipe González dice que "todos tenemos errores", una mujer le grita: "¡Tú, no!".

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Hace tres años que el presidente, Redondo no intervienen juntos en un acto público. El secretario general de UGT se ha mostrado respetuosamente distante. Han entrado juntos en el Palacio de los Deportes y han saludado a los numerosos invitados. Luego, cuando Felipe González ha querido dirigirse hacia los pensionistas que le llaman a gritos desde las barreras de seguridad, Redondo ha fruncido el ceño y ha permanecido sentado.

Parece adivinarse un deseo de dejar claro, incluso a nivel de gestos, que las cosas hace tiempo que dejaron de ser lo que eran. Ahora Nicolás Redondo dice que UGT apoya al Gobierno en la lucha contra el terrorismo, en la lucha contra ETA. Un viejo militante grita: "Y en todo". Pero Nicolás Redondo no rectifica ni amplía a "todo" el apoyo de la Unión General de Trabajadores. Las cosas ya no son lo que eran.

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