El general Noriega gana la batalla en Panamá ante una oposición dividida

ENVIADO ESPECIAL, El hombre fuerte de Panamá, el general Manuel Antonio Noriega, ha vuelto a ganar la batalla frente a una oposición dividida y sin nada que ofrecer, que ha tenido que suspender la huelga general Indefinida convocada la semana pasada. Noriega, de 49 años de edad, se ha confirmado como un gran jugador de ajedrez y como el militar más frío y paciente de América latina. Ha movido sus piezas con mucha prudencia, dejando jugar al rival y apostando por el tiempo, y ha ganado.

Con el paso de los días, Noriega ha logrado que el detonante de la crisis, las declaraciones del coron...

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ENVIADO ESPECIAL, El hombre fuerte de Panamá, el general Manuel Antonio Noriega, ha vuelto a ganar la batalla frente a una oposición dividida y sin nada que ofrecer, que ha tenido que suspender la huelga general Indefinida convocada la semana pasada. Noriega, de 49 años de edad, se ha confirmado como un gran jugador de ajedrez y como el militar más frío y paciente de América latina. Ha movido sus piezas con mucha prudencia, dejando jugar al rival y apostando por el tiempo, y ha ganado.

Con el paso de los días, Noriega ha logrado que el detonante de la crisis, las declaraciones del coronel Roberto Díaz Herrera, primo hermano del desaparecido líder carismático Omar Torrijos, sólo sean ya escuchadas como fruto de una mente enferma. Las protestas, surgidas con un empuje insólito en el país, se han ido circunscribiendo a una clase alta y media con ideas trasnochadas, y la oposición, al final, ha quedado desnuda, mostrándose como un grupo de aficionados ahogados en rencillas y ambiciones personales.El espectáculo de los últimos días, con los dirigentes opositores tratando de añadir números a una lista de muertos indemostrable, ha resultado penoso. Noriega. incluso se permitió el lujo el martes de poner en libertad a 102 personas detenidas durante la pasada semana.

La liberación fue hecha de forma pública, amte las cámaras de televisión y con discurso incluido de uno de los más-altos jefes militares, Alberto Purcell, quien pidió a los detenidos que no se dejen engañar de nuevo.

Después de negociar con Gobierno y oposición, los funcionarios norteamericanos han vuelto a sus cuarteles generales de la embajada, probablemente convencidos de que Noriega sigue mandando. La oposición vuelve a los despachos de sus bancos y a sus consejos de administración. Y un pueblo con fuertes tendencias a los sentimientos seudorreligiosos opta por la resignación.

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