Tribuna:

Linder

Algún periódico norteamericano ha publicado fotos de Benjamin Linder, ingeniero de 27 años asesinado por la contra en la región de El Cuá, al norte de Nicaragua. Benjamin Linder tiene, en las fotos, cara de maestro ingenuo, de uno de esos idealistas que creen que la solidaridad y el trabajo pueden ayudar a cambiar el mundo. Cuando cayó bajo las granadas con que su propio país, Estados Unidos, equipa a los rebeldes antisandinistas, estaba ayudando a construir una pequeña central eléctrica para que los campesinos de esa región llamada El Cuá puedan disfrutar de una mínima parte del progre...

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Algún periódico norteamericano ha publicado fotos de Benjamin Linder, ingeniero de 27 años asesinado por la contra en la región de El Cuá, al norte de Nicaragua. Benjamin Linder tiene, en las fotos, cara de maestro ingenuo, de uno de esos idealistas que creen que la solidaridad y el trabajo pueden ayudar a cambiar el mundo. Cuando cayó bajo las granadas con que su propio país, Estados Unidos, equipa a los rebeldes antisandinistas, estaba ayudando a construir una pequeña central eléctrica para que los campesinos de esa región llamada El Cuá puedan disfrutar de una mínima parte del progreso de que goza cualquier norteamericano simplemente conectando un interruptor en su casa.No tenía en las manos más útiles que los propios de su labor, pero el Gobierno Reagan ha intentado presentarle prácticamente como un terrorista. No es extraño, puesto que el tan a menudo desinformado presidente Ronie ha llegado a comparar a los contra con los brigadistas internacionales que lucharon en la guerra de España.

La región llamada El Cuá es famosa en la historia de la resistencia nicaragüense por haber ayudado a los sandinistas durante la guerra contra Somoza y por haber sufrido todo tipo de atrocidades por parte de la Guardia Nacional del dictador. Desde entonces a ahora, Nicaragua, acorralado, ha tenido que gastar en armas lo que podía haber empleado en formar ingenieros y crear electricidad. Aunque resulta dificil pensar que los campesinos de El Cuá vivan a oscuras, porque el recuerdo de los muertos ilumina a veces mejor el camino que la electricidad. Así ocurrirá con la memoria de Benjamin Linder, un norteamericano distinto.

En cuanto a Mr. Ronie, que con tanta calidez suele recibir a los espías yanquis expulsados de países socialistas, tuvo para la familia Linder una gélida condolencia: algo así como que quien mal anda, mal acaba.

Como ustedes saben, esto no es completamente cierto. Al menos, en el caso de Ronald Reagan.

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