El general Secord declara que la Casa Blanca conocía el 'Irangate'

La práctica del control parlamentario sobre la actuación del poder ejecutivo alcanzó ayer en Estados Unidos uno de sus momentos culminantes al iniciarse las audiencias, públicas y televisadas, sobre el Irangate. El primer testigo, el general retirado Richard Secord, declaró ayer. "La Administración sabía al más alto nivel lo que estábamos haciendo para ayudar a la contra, y nosotros creíamos ejecutar la política del presidente". El Congreso habrá de determinar hasta qué punto el presidente Ronald Reagan y sus más cercanos colaboradores violaron la Constitución, como sospechan los investigadore...

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La práctica del control parlamentario sobre la actuación del poder ejecutivo alcanzó ayer en Estados Unidos uno de sus momentos culminantes al iniciarse las audiencias, públicas y televisadas, sobre el Irangate. El primer testigo, el general retirado Richard Secord, declaró ayer. "La Administración sabía al más alto nivel lo que estábamos haciendo para ayudar a la contra, y nosotros creíamos ejecutar la política del presidente". El Congreso habrá de determinar hasta qué punto el presidente Ronald Reagan y sus más cercanos colaboradores violaron la Constitución, como sospechan los investigadores.

Secord, un especialista en operaciones clandestinas que montó una red privada para armar a la contra cuando el Congreso tenía prohibida la ayuda oficial y que organizó un puente aéreo para enviar armas a Jomeini, no implicó directamente a Reagan, pero sí al ex director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), William Casey.Veintiséis parlamentarios de ambas cámaras comenzaron ayer, con el interrogatorio del general retirado Richard Secord, una dura travesía encaminada a determinar cuánto sabía Reagan, y cuándo lo supo, sobre el intercambio de armas por rehenes con Irán y la financiación secreta de la oposición armada al régimen sandinista de Managua.

Aunque no hizo revelaciones sensacionales, Secord describió con detalle, a preguntas de los investigadores, cómo la Casa Blanca actuó de centro clandestino para el suministro de armas a la contra nicaragüense, explicando detalladamente cómo se hacia llegar dinero en metálico -3,5 millones de dólares (unos 440 millones de pesetas)- a los luchadores de la libertad, según expresión acuñada por el presidente Reagan.

Los 26 congresistas, que tomaron la palabra uno a uno durante la sesión matutina, dejaron muy claro que su misión no es condenar lo ocurrido, sino simplemente "descubrirlo y exponerlo".

"No estamos a favor de la Administración ni en contra, ni a favor ni en contra de los rebeldes antisandinistas", recalcaron.

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