EL JUICIO SOBRE ELSÍNDROME TÓXICO

Pasar inadvertido

Los tres magistrados que componen el tribunal en el juicio de la colza han hecho recordar a los buenos árbitros deportivos: lo ideal de todo juez de la contienda es que no se haga notar.Ya antes del comienzo del juicio todas las partes implicadas habían elogiado la competencia profesional de José Antonio Jiménez Alfaro, el presidente, de 56 años, madrileño; Siro García Pérez, cántabro de 50 años; y Javier Gómez de Liaño, de 38 años y natural de Orense. Todos coincidían en que se trataba de un tribunal "valiente".

Uno de los defensores aseguró: "Los acusados van como chivos expia...

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Los tres magistrados que componen el tribunal en el juicio de la colza han hecho recordar a los buenos árbitros deportivos: lo ideal de todo juez de la contienda es que no se haga notar.Ya antes del comienzo del juicio todas las partes implicadas habían elogiado la competencia profesional de José Antonio Jiménez Alfaro, el presidente, de 56 años, madrileño; Siro García Pérez, cántabro de 50 años; y Javier Gómez de Liaño, de 38 años y natural de Orense. Todos coincidían en que se trataba de un tribunal "valiente".

Uno de los defensores aseguró: "Los acusados van como chivos expiatorios; pero si hay un tribunal que pueda absolverles es éste, porque no se le van a caer los anillos".

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Una vez iniciada la causa, el tribunal ha tenido en todo momento en cuenta la dureza de los interrogatorios, y ha mostrado varias veces exquisito cuidado en preguntar a los acusados durante su declaración si deseaban continuar o se sentían cansados.

Flexibilidad y autoridad

Pero, sobre todo, acusadores y defensores agradecen la flexibilidad que ofrecen los tres magistrados aun manteniendo la autoridad. Un juicio de estas características tan voluminosas podía ahogarse a sí mismo con una interpretación rígida de las normas, y se ha logrado una gran simplificación de los trámites. Entre ellos, en la dación de cuentas -informe del secretario al inicio del juicio- que, de cumplirse estrictamente el reglamento, habría durado 10 jornadas y, merced a ese espíritu de colaboración, quedó reducida a dos horas y media.Una muestra de la especial preocupación del tribunal por hacer ágil el proceso es el ensayo de esa lectura del secretario el día anterior al juicio: los magistrados deseaban conocer exactamente la duración, para comprobar que se ceñía a lo que ellos deseaban. Salió bien y duró el tiempo previsto.

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