Confusión en Robledo tras la detención de un concejal por corrupción de menores

Las denuncias de cuatro madres en las que acusan de corrupción de menores al concejal socialista José Iglesias Montero han sumido al pueblo de Robledo de Chavela, una localidad de 1.600 habitantes situada a 65 kilómetros de Madrid, en la confusión más absoluta. Unos no quieren hablar; la derecha celebró con cohetes la detención del concejal que había denunciado irregularidades en las recaudaciones municipales por valor de 26 millones de pesetas, y los demás creen que se trata de una sucia maniobra política para perjudicar a Josele de cara a las municipales.

Javi, el niño de ocho años qu...

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Las denuncias de cuatro madres en las que acusan de corrupción de menores al concejal socialista José Iglesias Montero han sumido al pueblo de Robledo de Chavela, una localidad de 1.600 habitantes situada a 65 kilómetros de Madrid, en la confusión más absoluta. Unos no quieren hablar; la derecha celebró con cohetes la detención del concejal que había denunciado irregularidades en las recaudaciones municipales por valor de 26 millones de pesetas, y los demás creen que se trata de una sucia maniobra política para perjudicar a Josele de cara a las municipales.

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Javi, el niño de ocho años que quería confesar antes de hacer la primera comunión las cosas que hacía con Josele, estaba el día del padre en casa con sus seis hermanos. Le habían vestido de niña para divertirse, y él, chatito y de ojos negros, sonreía divertido. Javi asegura mirando a su madre que Josele le enseñaba revistas pornográficas.Carmen Ortiz, su madre, dice a través de una ventana que se va a volver loca. Carmen, a la que en el pueblo conocen como la majara, lleva el pelo rubio teñido recogido en una coleta, tiene profundas ojeras y fuma constantemente. Niega ser una binguera y dice que las otras madres, que también denunciaron presuntos abusos deshonestos a sus hijos de edades comprendidas entre los 8 y los 14 años, querían matarla cuando les dijo lo que había confesado el pequeño. Enrique, el padre, trabaja como constructor. Es incapaz de articular una frase completa y se queda con la mirada fija en el infinito.

Los bares del pueblo están llenos de gente que juega al dominó o las cartas. La mayor parte prefiere no hablar del asunto o se excusa con el pretexto de que acaba de dejar a las cabras y no se ha enterado de nada. Los que están dispuestos a decir algo prefieren hablar en la intimidad de las casas. "Los hijos de Enrique son un regalo", dice un vecino. "A Javi le querían expulsar del colegio porque es un trasto. Los niños tienen golosina de dinero y la familia anda muy justa de recursos económicos". Otra persona asegura que si le hubiera pasado a un hijo suyo "le meto 50 puñaladas al ciego, así, por las buenas, sin esperar a que resuelvan los tribunales, porque si se denuncian irregularidades en el Ayuntamiento hay que demostrarlas, pero para una cosa así no hace falta más prueba que las declaraciones de los chicos".

Una mujer, sin embargo, opina "que se han desorbitado las cosas. Quieren hundir a la única persona que ha hecho algo por el pueblo, y más ahora, con las municipales en puertas".

Los únicos que aparecen tranquilos son la familia del acusado, que posee una vaquería en el pueblo. "Estoy muy orgullosa de mi hijo", asegura la madre del concejal. Para el tío de Josele no hay ninguna duda: "He entrado 40 veces a su habitación cuando estaba con los niños y no he presenciado ninguna orgía". La familia, que está acostumbrada a los anónimos, acusa a la derecha de todo lo que ha pasado mientras espera que Josele, que está internado en Carabanchel, sea puesto en libertad en breve.

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