Cartas al director

Muerte de los animales

Cada año mueren en España millones de animales, en condiciones muchas veces bastante más atroces que en las fiestas tradicionales, por motivos comerciales, industriales o deportivos, sin que esto llegue a conmover a esas almas sensibles para las que tan fácil resulta afectarse por las inmolaciones ceremoniales que han sobrevivido en nuestro país a las prohibiciones y a las persecuciones que las han afectado desde los tiempos de Torquemada.Lo que escandaliza a la superstición capitalista del progreso no es que un animal sea muerto, sino que esa muerte sea ritual y pública. Se contraría a...

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Cada año mueren en España millones de animales, en condiciones muchas veces bastante más atroces que en las fiestas tradicionales, por motivos comerciales, industriales o deportivos, sin que esto llegue a conmover a esas almas sensibles para las que tan fácil resulta afectarse por las inmolaciones ceremoniales que han sobrevivido en nuestro país a las prohibiciones y a las persecuciones que las han afectado desde los tiempos de Torquemada.Lo que escandaliza a la superstición capitalista del progreso no es que un animal sea muerto, sino que esa muerte sea ritual y pública. Se contraría así no su amor por los animales, con lo se pretende, sino principios sacrosantos de su ideología, como son el utilitarismo, la elandestinización de la muerte y el monopolio que sobre ella ejercen los Estados, y sobre todo el ejercicio de la violencia ritual por personas ordinarias y en las calles, en un marco temporal que la cornunidad social ha sacralizado: la. fiesta. Todo ello resulta absolutamente indigerible para un sistema sustentado en la vigilancia y en el control permanente de todos los aspectos de la vida colectiva.

Dicho de otro modo: el carácter popular de los sacrificios cruentos en España no es sólo el motivo por el que muchos los defendemos, sino, y sobre todo, la razón por la cual otros muchos los quieren suprimir, sabiendo como saben que las únicas armas eficaces para tal fin son la represión legal y la policía.-

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