TRIBUNALES

Absuelto el sacerdote acusado de abusos deshonestos con sus alumnas

El sacerdote Francisco Conejero Ciriza, de 60 años de edad, ha sido absuelto por la Audiencia Provincial de Pamplona de un delito continuado de abusos deshonestos contra cinco alumnas suyas supuestamente cometidos en la localidad de Castejón.

Los hechos fueron denunciados en junio de 1985 por los padres de Virginia L. C., de siete años, de los hermanas María Jesús R. R., de nueve, Eva, de siete, y Cristina, de seis, y de Eva J. B , de siete. En la denuncia se decía que todas ellas fueron objeto de diversos tocamientos en el curso 1984-1985 y otros anteriores, tanto en el colegio Dos...

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El sacerdote Francisco Conejero Ciriza, de 60 años de edad, ha sido absuelto por la Audiencia Provincial de Pamplona de un delito continuado de abusos deshonestos contra cinco alumnas suyas supuestamente cometidos en la localidad de Castejón.

Los hechos fueron denunciados en junio de 1985 por los padres de Virginia L. C., de siete años, de los hermanas María Jesús R. R., de nueve, Eva, de siete, y Cristina, de seis, y de Eva J. B , de siete. En la denuncia se decía que todas ellas fueron objeto de diversos tocamientos en el curso 1984-1985 y otros anteriores, tanto en el colegio Dos de Mayo de la localidad de Castejón, donde impartía clases de primero y segundo de EGB el procesado, como en su domicilio.

La sentencia estima que "de ninguna de las pruebas practicadas se desprende con la vehemencia exigible, ni siquiera con indicios, la realización de abusos". La sala señala que en la vista oral, celebrada días atrás, se pusieron de manifiesto "graves contradicciones en las acusaciones de las niñas". Recuerda que, a pesar de que las niñas relataron que el sacerdote les introdujo el dedo en la vagina, la exploración ginecológica a la que se les sometió dio resultados negativos y hace asimismo hincapié en que ninguna de las menores fue testigo de los abusos supuestamente sufridos por sus compañeras.

La sentencia destaca las contradicciones en las niñas sobre si fueron desnudadas o no, y sobre si el encausado se metió o no con ellas en la cama, muestra su extrañeza ante la revelación simultánea de los hechos por las niñas, tras un silencio prolongado al respecto, y absuelve al sacerdote ante las "severas dudas sobre la veracidad de las ofensas sexuales denunciadas".

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