Reportaje:ESCÁNDALO EN WASHINGTONIrán, vísperas de la sucesión de Jomeini / y 3

Los países árabes moderados, inquietos ante la anunciada ofensiva final de las tropas de Teheran

Hombres y mujeres estaban fascinados. Saltaban cuando se escuchaba una explosión y sonreían cuando los suyos hacían prisioneros a los enemigos. Durante más de una hora fueron transportados imaginariamente al universo de sangre y barro de la batalla de Fao y, al concluir, se expresaron de modo bastante unánime. "Sólo la victoria del islam puede detener la guerra", afirmó un viejo conductor ele autobuses. Entre tanto, los países árabes moderados no ocultan su inquietud ante la anunciada ofensiva final de la tropas del ayatollah Ruhollah Jorneini.

Durante dos semanas del pasado mes de octu...

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Hombres y mujeres estaban fascinados. Saltaban cuando se escuchaba una explosión y sonreían cuando los suyos hacían prisioneros a los enemigos. Durante más de una hora fueron transportados imaginariamente al universo de sangre y barro de la batalla de Fao y, al concluir, se expresaron de modo bastante unánime. "Sólo la victoria del islam puede detener la guerra", afirmó un viejo conductor ele autobuses. Entre tanto, los países árabes moderados no ocultan su inquietud ante la anunciada ofensiva final de la tropas del ayatollah Ruhollah Jorneini.

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Durante dos semanas del pasado mes de octubre, más de 100.000 ,vecinos de Teherán contemplaron en el escenario del Eram Park una espectacular represen tación dramática de cómo el puerto de Fao cayó en manos iraníes a comienzos de este año. La revista The Middle East publica en su edición de este mes el reportaje del acontecimiento. Su corresponsal en la capital iraní asegura que, tuvieran o no familiares en el frente, la mayoría de los espectadores se pronunció a favor de la continuación de la guerra con Irak."Ha nacido un nuevo nacionalismo iraní", escribe Chris Kutschera. "Hasta los opositores al régimen no quieren que Irán pierda la contienda". Los hombres del bazar, los intelectuales, los izquierdistas, los negociantes, coinciden como mínimo con los revolucionarios en que, a cambio de la paz, Irán debe obtener "compensaciones importantes".Este otoño, una grave preocupación recorre los países árabes moderados de Oriente Próximo. La expresó el rey Hussein de Jordanla en su discurso de la corona del pasado día 1. No es que Hussein lo dijera expresamente, pero todos los que le escucharon intuyeron que estaba pensando en la posibilidad de que Irak perdiera un conflicto bélico que ha entrado en su séptimo año. O que al menos sufriera reveses importantes.

Ausencia de alternativa

Desde hace algunos meses, los dirigentes de Teherán amenazan con una "próxima ofensiva final", en la que Irán pondría toda la carne en el asador. No se ha producido hasta el presente. Unos creen que por falta de armas y municiones. Otros opinan que los enfrentamientos entre distintos sectores del poder revolucionario retrasan la gran acometida.

En cualquier caso, los líderes iraníes no tienen otra alternativa que la continuación del conflicto y su victoria. En particular, desde que los últimos ataques aéreos iraquíes han producido graves daños en la economía. Su respuesta a estas acciones ha sido el lanzamiento de misiles contra Bagdad, que han provocado numerosas víctimas entre la población civil.

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Un portavoz del Departamento de Estado norteamericano citado por la revista Time, en su edición del pasado 28 de julio, declaraba: "Solíamos creer que nadie podía perder esta guerra. Ahora pensamos que si los iraquíes no juegan bien sus bazas, pueden perderla". No es irrelevante que, desde que, al poco de iniciada la guerra, descubrió que el Irán revolucionario no se derrumbaba como un castillo de arena, Sadam Husein comenzara a ofrecer la paz. El líder iraquí, de 49 años, sabe que su país soporta peor que el enemigo las consecuencias del conflicto.

Gracias a su inmensa riqueza en petróleo, Irán estaba llamado a ser el país más próspero de la zona. En cambio, desde el pasado abril, sufre la carestía de productos de consumo a los que ya se había acostumbrada la mayoría de sus ciudadanos. Artículos electrónicos, automóviles y ropas de importación son difíciles de conseguir ahora.

Jomeini no quiere ni oír hablar de cese de las hostilidades. En primer lugar, no ha perdonado a Sadam Husein que en 1978, a petición del sha, le expulsara de Irak, donde había vivido largo tiempo como exiliado. Paradójicamente, su traslado a Neauplile le Cháteau, cerca de París, dio al anciano ayatollah una fama internacional de la que carecía y le abrió las puertas del triunfa¡ regreso a Teherán al año siguiente.

Pero, además, la mayoría de los iraníes aguanta bien los sufrimientos. La religión shií ensalza el martirio. Sus 12 imames lo sufrieron, y en el mes de Maharra los fieles recuerdan el de Hussein con procesiones de flagelantes. Como dicen los hezbolah libaneses, "es difícil vencer a un pueblo que ve en la muerte la entrada en el paraíso".

Se dice que los combatientes islámicos que se lanzan de modo casi suicida sobre las trincheras iraquíes llevan al cuello llaves de plástico que les "abrirán las puertas del cielo".

Los expertos calculan que las rentas iraníes procedentes del petróleo descenderán este año a unos 10.000 millones de dólares, menos de la mitad que en 1977. La tasa de desempleo es del 37%, y hay racionamiento de productos como azúcar, carnes y huevos. Irán ha vuelto en cierto modo a su estado tradicional de caos económico, pero, para las capas pobres de su población, los desheredados que dieron su triunfo a Jomeini, la situación no es mucho peor que bajo la dinastía Pahlevi.

Ángeles contra diablos

Los dibujos y caricaturas iraníes prueban que el mundo es, para muchos habitantes del país, una lucha de ángeles y diablos, un entramado de fantasmas y fuerzas ocultas. La guerra con Irak es, así, "la de la luz contra la oscuridad". Jomeini ha declarado que ese conflicto le sobrevivirá, y hay razones para creerlo.

Los dirigentes y el pueblo iraní no desconocen que, con 45 millones de habitantes frente a 15 millones, tienen la superioridad demográfica. Sus Fuerzas Armadas han dado prueba de una consistencia frente al enemigo exterior que no tuvieron para defender a un sha que había previsto que en 1982 dispusieran de tanta potencia de fuego como la OTAN. Hoy, los militares profesionales tienen una voz muy superior a la que se cree en Occidente en la adopción de decisiones concernientes a la guerra.

No se olvida en la república Íslámica que fue Irak el que empezó el conflicto. Como tantos otros, Sadam Husein h !rzo una apuesta errónea sobre Iran. Creyó que podría imponerse en breve como dueño del golfo Pérsico. No contó con los abismos del alma persa.

Hoy son las monarquías árabes vecinas las que se inquietan por la capacidad de resistencia iraquí. No es que duden de su bien pertrechado arsenal, sino que piensan más bien en una eventual quiebra de su moral de combate. El corresponsal en El Cairo del semanario Middle East Times informa en la última edición de la publicación que "los Estados árabes del Golfo, preocupados por la posibilidad de un giro a favor de Irán en la guerra irano-iraquí, realizan indirectas aperturas hacia Egipto, para devolverle su amistad a cambio de la seguridad de apoyo militar directo". Se trataría de ofrecer oxígeno a la asfixiada economía egipcia como garantía de que el país del Nilo intervendría con técnicos e incluso tropas en caso de un colapso iraquí y un riesgo de invasión iraní de los Estados árabes del Golfo.

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