Tokio se preocupa porque Seúl ha perdido credibilidad tras anunciar la muerte de Kim

El Gobierno japonés está preocupado por la pérdida de credibilidad sufrida por las autoridades surcoreanas en el ámbito internacional con la difusión de falsas informaciones sobre la muerte del líder norcoreano, Kim II Sung, e incluso ha mandado un enviado especial a Corea del Sur. Tras la reaparición pública del presidente Kim, que parece continuar en el poder, el origen y eventuales móviles de lo que se presenta como una operación de intoxicación siguen siendo un misterio.

Los observadores japoneses de la situación coreana tienen varias hipótesis al respecto. En primer lugar, si los a...

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El Gobierno japonés está preocupado por la pérdida de credibilidad sufrida por las autoridades surcoreanas en el ámbito internacional con la difusión de falsas informaciones sobre la muerte del líder norcoreano, Kim II Sung, e incluso ha mandado un enviado especial a Corea del Sur. Tras la reaparición pública del presidente Kim, que parece continuar en el poder, el origen y eventuales móviles de lo que se presenta como una operación de intoxicación siguen siendo un misterio.

Los observadores japoneses de la situación coreana tienen varias hipótesis al respecto. En primer lugar, si los altavoces gigantes de Corea del Norte, que emiten diariamente su propaganda en dirección al Sur, anunciaron verdaderamente entre el sábado y el lunes pasados la muerte de Kim, ello podría significar dos cosas:1. Tanto si se ha producido en el Norte una lucha por el poder como si se ha tratado de un golpe de Estado abortado en el que estaría implicada una fracción del Ejército, las unidades estacionadas en las proximidades de la zona desmilitarizada creyeron que el compló -había triunfado y lo anunciaron por los micrófonos.

2. Que se trate de una operación de guerra psicológica: Pyongyang habría intentado confundir a las autoridades de Seúl. No obstante, sería la primera vez que un asunto tan sagrado como la existencia del amadísimo líder se utiliza con fines de propaganda.

Otra hipótesis es que la operación de desinformación fue montada por Seúl. En principio, esta posibilidad parece desecharse, ya que tal maniobra no podía sino volverse contra la popia Corea del Sur, precisamente en un momento en que necesita el apoyo de la comunidad internacional y la mejora de sus relaciones con los países comunistas de cara a los Juegos Olímpicos de 1988, de los que será sede.

Lo único que parece extraño es el comportamiento de los surcoreanos. El Ministerio de Defensa de Seúl facilitó las transcripciones parciales de lo que los soldados habrían oído a lo largo de la zona desmilitarizada, pero no existe ninguna grabación -al menos dada a conocer- que permita alejar las dudas. Tampoco se ha hecho pública ninguna fotografía de las banderas norcoreanas a media asta, tal como supuesta mente fueron vistas el pasado fin de semana al norte de la zona desmilitarizada.

El primer ministro surcoreano, Lho Shin Yong, por su parte, declaró ayer que no tiene intención de excusarse por lo sucedido, tal como le había pedido la oposición en el Parlamento. La oposición pidió a Lho que se excusara por "haber sembrado la confusión entre el pueblo" y "perjudicado el prestigio nacional".

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El principal grupo de la oposición, el Nuevo Partido Democrático de Corea (NDKP), pidió la dimisión de todo el Gobierno. También se pidieron las grabaciones y fotos que sirvieron como pruebas a la información posteriormente desmentida.

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