Tribuna:

Esta vez, sí

El presidente González ha declarado que España no va a participar en el proyecto de la guerra de las galaxias, temeraria afirmación de la que algún día puede arrepentirse, aunque a la vista de lo baratas que van las desafirmaciones en el mercado español de las verdades públicas, con veinte duros de credibilidad, en su momento, se arreglará la cosa. Superados ya sobados enigmas como si permanecemos o no en la OTAN, si permanecemos armados o para tomar el té con los amigos, si las bases yanquis se reducen, se deducen o se inducen, otro fascinante desafío histórico se propone a nuestra con...

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El presidente González ha declarado que España no va a participar en el proyecto de la guerra de las galaxias, temeraria afirmación de la que algún día puede arrepentirse, aunque a la vista de lo baratas que van las desafirmaciones en el mercado español de las verdades públicas, con veinte duros de credibilidad, en su momento, se arreglará la cosa. Superados ya sobados enigmas como si permanecemos o no en la OTAN, si permanecemos armados o para tomar el té con los amigos, si las bases yanquis se reducen, se deducen o se inducen, otro fascinante desafío histórico se propone a nuestra consideración: ¿participaremos o no en el proyecto de la guerra de las galaxias?Si el proyecto tira adelante y España no participa, ¿no corremos el riesgo de perder ese famoso tren de la tercera revolución industrial detrás del que vamos corriendo con la lengua hecha un fular? ¿Nos quedaremos una vez más en la estación de Torrelodones, es un decir, a años luz de separación de las galaxias? ¿Se oxidarán los chips que con tanto esfuerzo el señor Solana ha conseguido salvar de los restos de chatarra de la tecnología norteamericana? Imagínense el mal efecto que va a hacer todo el mundo participando en ese gigantesco, galaxial partido de béisbol urdido por la industria de guerra norteamericana y nosotros aquí, en la Tierra, en Torrelodones, sigue siendo un decir, haciendo maniobras militares, disparando con los dedos, pum pum, y deteniendo al señor alcalde por sospechoso de haber sido azañista.

Y lo peor sería subirse al carro galaxial en malas condiciones, como quien se sube a un vagón de metro cuando está hasta los topes. Es el momento de decir sí a la guerra de las galaxias, pero solicitando un puesto benefactor en ese nuevo frente bélico. Por ejemplo, España podría contribuir a esa guerra con equipos médicos y recreativos: toreros, la selección nacional de fútbol, sus recordmen de paellas y tortillas de patatas, diseñadores de trajes de cosmonaut.as y travestidos apoyados en los quicios de las mancebías espaciales. Guerra de las galaxias sí, pero nosotros sin pegar ni un tiro.

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