La policía francesa recibe orden de perseguir a los ciudadanos con "mala pinta"

Los controles de identidad sistemáticos, conocidos popularmente como el delito de la sale gueule (o de la mala pinta), que están prohibidos por una ley de 1983, han vuelto a hacer su aparicion en las calles de París y en otras ciudades, aún antes de que el Gobierno de Jacques Chirac haya tenido tiempo de cambiar la legislación.

Resulta peligroso hoy día pasear de madrugada por la capital sin tener a mano un documento de identidad y, en el caso de ser extranjero (y sobre todo, de parecerlo), sin llevar prácticamente en los dientes el pasaporte o el permiso de residencia. Teóricamente...

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Los controles de identidad sistemáticos, conocidos popularmente como el delito de la sale gueule (o de la mala pinta), que están prohibidos por una ley de 1983, han vuelto a hacer su aparicion en las calles de París y en otras ciudades, aún antes de que el Gobierno de Jacques Chirac haya tenido tiempo de cambiar la legislación.

Resulta peligroso hoy día pasear de madrugada por la capital sin tener a mano un documento de identidad y, en el caso de ser extranjero (y sobre todo, de parecerlo), sin llevar prácticamente en los dientes el pasaporte o el permiso de residencia. Teóricamente, todo el mundo tiene derecho a negarse a entregar esos documentos, porque se trata de una medida reservada sólo para casos de flagrante delito. En la práctica, vale más responder con prontitud a la exigencia policial. Dos periodistas de la emisora de radio Europa 1 y un abogado que les acompañaba intentaron realizar la experiencia y acabaron en la comisaría, con un par de sonoras bofetadas."Lo que sucede", aseguran portavoces de la oposición, "es que el ministro del Interior, Charles Pasqua, ha lanzado a la policía al ataque con la orden expresa de violar esa ley, todavía en vigor, con el único objetivo de hacer creer a la gente que ha aumentado la seguridad callejera gracias a que ganaron las elecciones los conservadores".

Pasqua se ha convertido, en sólo dos meses, en la auténtica bestia negra de los socialistas. El ministro del. Interior restituyó en su puesto, y recibió personalmente, a los policías que fueron sancionados en su día por insultar públicamente al ministro de Justicia Robert Badinter. Charles Pasqua no tuvo inconveniente, además, en decir en voz alta que "cubrirá" a los agentes del orden, "sin ningún problema", y que "a los sospechosos hay que tratarlos como lo que son, sospechosos". "La tradición práctica de ese generoso ofrecimiento", ironiza el abogado Jean Augustin Terrin, que acompañó al equipo de Europa 1, "es que cuando me trasladaron a la comisaría y presenté mi carné de abogado, un policía decidió sobre la marcha que era falso y me dio un bofetón".

Niños en las comisarías

El incidente de Europa 1, que abrió los servicios informativos de la emisora, no fue nada en comparación con la irritación que provocó en el propio. Gobierno otro exceso policial: ocho niños y niñas de 14 años pasaron toda la noche en la comisaría, rodeados de delincuentes y prostitutas, porque el comisario del barrio de Les Halles decidió que estaban paseando "en un lugar peligroso para su moral". La policía impidió que los niños llamaran a sus familias e, incluso, se negó a devolvérselos esa misma noche a los pocos padres que lograron averiguar donde estaban sus hijos.La protesta de los padres, recogida ampliamente en los tres canales de televisión, inquietó al ministro de Justicia., Albin Chalandon, quien criticó públicamente "la excesiva motivación de la policía" y exigió a su colega de Interior que matizara su oferta de "cubrir los abusos". Jacques Chirac decidió, además, que sea Chalandon, y no Pasqua, quien presente a la Prensa y defienda ante el Parlamento las nuevas leyes de seguridad. Se trata de cuatro proyectos de ley que provocarán sin duda una encendida polémica. El primero permite imponer una multa de hasta 15.000 francos (300.000 pesetas) y una pena de hasta tres meses de cárcel a quienes se nieguen a facilitar su documentación.

El segundo crea un carné de identidad infalsificable y, lo que es más inquietante, con un chip electrónico que permitirá su lectura por ordenador.

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Los otros dos modifican la actual legislación sobre terrorismo así como los procedimientos de expulsión de extranjeros que a partir de ahora, y según el diario Libération, se convierten por el mero hecho de serlo "en individuos potencialmente peligrosos".

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