Tribuna:

Sindicatos y patronales en España

Entiendo que todo intento de prospectiva exige cuando menos dos cosas. Una, la primera, tener un conocimiento lo más amplio y exacto posible sobre el pasado y el presente de la institución objeto de análisis. Otra, la segunda, explicitar las hipótesis básicas sobre las cuales construimos nuestro análisis. Considero que en los años venideros el marco político será el democrático, que la economía continuará rigiéndose por las leyes del mercado, que tanto las organizaciones sindicales como las empresariales aceptarán esos marcos políticos y económicos mencionados, que su papel coincidirá en algun...

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Entiendo que todo intento de prospectiva exige cuando menos dos cosas. Una, la primera, tener un conocimiento lo más amplio y exacto posible sobre el pasado y el presente de la institución objeto de análisis. Otra, la segunda, explicitar las hipótesis básicas sobre las cuales construimos nuestro análisis. Considero que en los años venideros el marco político será el democrático, que la economía continuará rigiéndose por las leyes del mercado, que tanto las organizaciones sindicales como las empresariales aceptarán esos marcos políticos y económicos mencionados, que su papel coincidirá en alguna medida con sus contenidos actuales y que, por tanto, se seguirá insistiendo en la negociación, en el consenso y la salida pactada de la crisis económica.Durante la transición política española (noviembre de 1975-octubre de 1982) el movimiento sindical español ha sufrido mutaciones importantes. José María Zufiaur, en un artículo publicado en el número 22 de Papeles de Economía, señala como modificaciones esenciales el hundimiento de la organización sindical vertical, la contribución de los sindicatos a la consolidación de la democracia en España, el paso de la fragmentación sindical a la existencia de dos grandes centrales mayoritarias (desaparición de CSUT, SU; crisis y división de la CNT), el desarrollo de las secciones sindicales de empresa, el incremento de la participación institucional, la conducción de la conflictividad (afirmación del sindicalismo negociador como alternativa al sindicalismo conflictivo), protagonismo en la elaboración de los pactos sociales y en la negociación colectiva, autonomía de las partes (poder normativo de los sindicatos) y legalización de los conflictos de clase (despolitización de la huelga). Y todos estos cambios en un contexto de crisis económica profunda, de crisis en el mercado de trabajo y de cambio en el modelo político.

Dualidad sindical

En la actualidad, y en buena medida como resultado del proceso seguido en los últimos años, vivimos una situación de dualidad sindical básica a nivel estatal (UGT y CC OO, con la excepción del País Vasco y Galicia), un modelo de acción sindical negociador, unas relaciones sindicatos-partidos políticos intensas (con problemas para la autonomía de los sindicatos), un bajo nivel de afiliación, un nivel de representación amplio (el 70% de los representantes de los trabajadores pertenece a UGT o a CC OO), poca presencia en las pymes, entre los jóvenes, parados, mujeres y empleados; mayor presencia en las grandes empresas y .en los sectores tradicionales (metal, construcción, textil, etcétera); estructura sindical poco desarrollada (no prestación de servicios a los afiliados o a todos los trabajadores) y acción sindical básica en torno a la negociación colectiva. Desde el punto de vista del contexto de esta práctica sindical hay que señalar la permanencia de la crisis económica (a pesar de algunos indicios esperanzadores: descenso del precio del barril de petróleo, del dólar, incremento de los beneficios empresariales, reducción de la inflación, etcétera), la existencia de una política económica monetarista y fiscal, la falta de competitividad de la economía española a nivel internacional, nuestra integración en la CE y en la OTAN, la existencia de un sector económico sumergido importante, la introducción de nuevas tecnologías, sobre todo por medio de empresas multinacionales, y a nivel más específicamente social, la desigualdad en la distribución de la renta y el paro. Puede que desde un punto de vista macroeconómico el déficit público sea el problema más acuciante en nuestro país. Pero el tema más grave es el paro y la incapacidad por parte de la Administración, las empresas, los partidos políticos, los sindicatos y las asociaciones empresariales para resolverlo. Una vez definidas las premisas de nuestro razonamiento, llegamos por fin a la concreción de lo que a nuestro juicio serán los principios básicos de la acción sindical futura y los campos a los que ésta se aplicará. En primer lugar, entendemos. que, manteniéndose la pluralidad sindical, las centrales sindicales actuarán bajo el principio de la tendencia a la unidad. Y ello por razones de eficiencia. La división sistemática, el enfrenta. miento permanente, disminuir notablemente la posibilidad de negociar exitosamente con la patronal. La acción sindical será también solidaria con la totalidad de los trabajadores asalariados (la solidaridad es consustancial a la existencia del movimiento sindical español e internacional), democrática (los afiliados podrán participar en la definición de las políticas sindicales y en la crítica a la acción de los dirigentes), pluralista (subsistirá una pluralidad de centrales sindicales) y universalista (se defenderán, a pesar de su dificultad, los intereses no sólo de los asalariados, sino de los parados; no sólo de los hombres, sino también de las mujeres; no sólo de los adultos, sino también de los jóvenes; no al sindicalismo corporativista). Será además un sindicalismo activo (no exclusivamente de respuesta a las iniciativas empresariales o patronales), negociador (se combinará la negociación para alcanzar acuerdos y consensos con la reivindicación y la acción de presión) y progresista. Ese progresismo se concretará mediante la aceptación de las modificaciones tecnológicas que haya que introducir en el sistema productivo, pero sin renunciar a minimizar los costes sociales de tales modificaciones. Los trabajadores y sus dirigentes son conscientes de que una oposición de principio perjudicaría a la economía española en términos de productividad y competitividad. A nivel social el progreso significa que la acción sindical no renunciará a superar las contradicciones creadas por el sistema industrial capitalista. No renunciará a la construcción de una sociedad socialista regida por los principios de igualdad, solidaridad, libertad, fin de la explotación, etcétera. El último principio que intentarán implementar las centrales sindicales es el de la compensación. Los sindicatos exigirán que los empresarios paguen un precio a cambio de su colaboración salarial, tecnológica, normativa. Pedirán que éstos se responsabilicen de resolver el problema del paro, que inviertan, que innoven, que les den participación empresarial, que sean fiscalmente responsables. Y estos principios los aplicarán en la definición de los contenidos de los pactos sociales, en el análisis de la política económica gubernamental, en la negociación de convenios, en la participación en las empresas y en los planes de reconversión pendientes. Por asociación empresarial entendemos aquella institución social cuyo objetivo es la defensa de los intereses fundamentalmente económicos y laborales de los empresarios.

Frente único empresarial

Al igual que las centrales sindicales, y coherentes con su carácter de coactores del sistema de relaciones laborales, las asociaciones empresariales pretenden coordinar a los empresarios en un frente único, reivindicar ante la Administración pública aquellas medidas que, beneficiándolos, entienden son las más adecuadas para el eficiente funcionamiento del sistema liberal de mercado, actuar en los procesos de negociación colectiva y en la elaboración de los pactos sociales, influir en los procesos políticos ayudando a los partidos que les son más afines, crear opinión a su favor por medio de la difusión de documentos, estudios, celebración de congresos, crítica de la gestión gubernamental, del Estado; en síntesis, apología del liberalismo y crítica del socialismo y del marxismo. Apoyan también a los empresarios y a las empresas en su función económico-productiva.

Otra característica diferencial de las asociaciones empresariales es su relación con el sistema democrático. Sin ser antidemócratas militantes, y a diferencia de otros grupos sociales, podemos afirmar que no se esforzaron excesivamente por la instauración de un régimen de libertades en España. Sin embargo, y en la actualidad, creo que pocos podrán dudar de su aceptación de la monarquía parlamentaria, sobre todo porque esta monarquía y la Administración socialista actual han terminado por hacer real el viejo sueño de la integración en Europa. Es en 1977, y después de unos tímidos intentos por perpetuar las organizaciones patronales ligadas al franquismo, cuando nace la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), produciéndose su consolidación como tal en los años 1979 y 1980. Los principios de actuación de las asociaciones empresariales se encuentran en cierta forma definidos en la carta constitucional de la confederación. La CEOE nace con .voluntad intersectorial, nacional (en el sentido de estatal), unitaria, representativa y democrática, para defender los intereses empresariales y con identidad propia diferente de la de los miembros que la constituyen. Es posible que algunos de los principios definidos en relación a los sindicatos sean también aplicables a las organizaciones empresariales (universalismo, actividad, progreso técnico y social, compensación), pero entiendo que con unos contenidos algo diferentes, consecuencia de los diferentes intereses existentes entre trabajadores y propietarios o altos directivos de empresa.

Las asociaciones empresariales tendrán como objetivos esenciales la defensa de la economía de mercado, el análisis de la crisis económica y tecnológica y de sus soluciones, la integración en la CE y en la OTAN, el estudio de las políticas económicas y laborales del Gobierno (y más si éste no es ideológicamente afín), la construcción (aparente paradoja) de centrales sindicales sólidas que ayuden a reducir la conflictividad, introducir nuevas tecnologías, reconvertir y negociar convenios colectivos y los marcos más amplios de éstos: pactos sociales. Entendemos que la acción sindical y empresarial de las organizaciones españolas tendrá este marco en la medida en que ambas recíprocamente acepten el papel, funciones y objetivos de la otra. Es decir, que se produzca un pacto sobre el modelo de relaciones laborales.

Ángel Zaragoza es profesor de Sociología del Trabajo en la universidad de Barcelona.

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