Tribuna:

La peste

Primero fue la ausencia casi total de cineastas norteamericanos en el Festival de Cannes. De todas las ausencias, la más sintomática y desmoralizadora resultó la de SyIvester Stallone -Rocky y Rambo-, incapaz de estas a la altura de sus personajes. El fantasma de la desmoralización histórica sobrevuela el eterno poniente de la vieja Europa al comprobar que sus centinelas favoritos sólo son heroicos en las pantallas pues, invitados a atravesar el muro de celuloide, pierden la musculatura carnal o histórica y se subena las sillas de la histeria cercados por los ratones gaddafianos....

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Primero fue la ausencia casi total de cineastas norteamericanos en el Festival de Cannes. De todas las ausencias, la más sintomática y desmoralizadora resultó la de SyIvester Stallone -Rocky y Rambo-, incapaz de estas a la altura de sus personajes. El fantasma de la desmoralización histórica sobrevuela el eterno poniente de la vieja Europa al comprobar que sus centinelas favoritos sólo son heroicos en las pantallas pues, invitados a atravesar el muro de celuloide, pierden la musculatura carnal o histórica y se subena las sillas de la histeria cercados por los ratones gaddafianos.Tampoco han acudido el alcalde, demógrafos, sociólogos norteamericanos al congreso barcelonés sobre los problemas de las grandes urbes del mundo, y la razón ha sido la misma: no quieren colocarse a tiro de los agentes del terrorismo. Mientras la VI Flota patrulla por el Mediterráneo y se mete incluso en las aguas del mar Negro con seis misiles por banda, viento en popa, a toda vela, la ciudadanía norteamericana se aleja del Mediterráneo y lo deja, apestado y minado, a nuestra entera disposición. Y aquí estamos. Y así estamos. Poniendo todos los libios que podemos en la frontera, pero con el pescuezo vuelto hacia Washington para comprobar que lo hacemos bien y siempre a la espera de que, si vienen mal dadas, Sylvester Stallone se bajará de la silla y, gritando ¡Augggg!, lanzará su musculado cuerpo, cual proyectil karateka, en busca de los pasmados morros del alevoso infiel.

Más de media Europa se ha quedado sin verduras ni leche fresca por lo de Chernobil, y Europa entera no tiene ni un héroe norte americano que sentar a su mesa por culpa del infanticidio del bombardeo de Trípoli. Como anfitriones fallidos, sin comida y sin invitados, sólo nos queda la pesadilla del vals cuando lo repite una orquestina mercenaria y asustada. Dentro del salón se han agotado las conversaciones y se suda sin bailar. Y es imposible abrir las ventanas al fresco del jardín mediterráneo porque todas las pestes ya son La peste.

Y, mientras tanto, Rocky y Rambo, Rómulo y Rémulo, en el Caribe mimando el body.

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