UN 'NUEVO RICO' LLAMADO JAPÓN / Y 2

El 'Nacimiento de Venus', símbolo de la calidad de los productos extranjeros

En realidad, se trata de convencer a los nuevos ricos japoneses, cuyo poder adquisitivo y ansias de consumo es muy grande, para que compren más productos procedentes del exterior y, en consecuencia, se calmen las denuncias de norteamericanos y europeos, que consideran a Japón como un socio comercial demasiado agresivo en el consorcio internacional y, en contrapartida, un cliente muy cerrado a la hora de importar productos de fuera.Es evidente la predilección de los japoneses hacia los productos extranjeros de lujo. No ocurre lo mismo en los de consumo ordinario, donde las ...

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En realidad, se trata de convencer a los nuevos ricos japoneses, cuyo poder adquisitivo y ansias de consumo es muy grande, para que compren más productos procedentes del exterior y, en consecuencia, se calmen las denuncias de norteamericanos y europeos, que consideran a Japón como un socio comercial demasiado agresivo en el consorcio internacional y, en contrapartida, un cliente muy cerrado a la hora de importar productos de fuera.Es evidente la predilección de los japoneses hacia los productos extranjeros de lujo. No ocurre lo mismo en los de consumo ordinario, donde las barreras de todo tipo siguen siendo muy fuertes y convierten a Japón en una fortaleza casi inabordable.

Los automóviles de, lujo europeos, como los Mercedes, BMW, Porsche o, naturalmente, Rolls Royce, reciben el beneplácito de los japoneses millonarios que tienen una gran pasión por consumir productos importados de superlujo. Para los menos afortunados, la inclinación va hacia las marcas extranjeras, en un país donde es difícil encontrar, por ejemplo, unas sábanas que no lleven tejido o impreso el nombre de algún grande de la alta costura francesa o italiana.

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Sin embargo, cuando el producto importado baja al nivel del consumo diario, las fórmulas gubernamentales de promoción de importaciones no se traducen, en general, por una reducción de precios en una sociedad cuya capital, Tokio, es la ciudad más cara del mundo, con 150 puntos, tomando como índice 100 a la ciudad de Nueva York.

¿Por qué una botella de whisky importado vale de cinco a 10 veces más cara que en Europa? ¿Por qué el kilo de carne cuesta el equivalente a unas 7.000 pesetas? ¿Por qué Japón tiene los precios del arroz más caros del mundo, siendo un producto de primera necesidad en la nutrición nipona?

Los misterios de los precios, en un país que no es autosuficiente casi en ningún producto alimentario, radican en la estructura ultraproteccionista de los productores japoneses, cuyos privilegios son mantenidos por los políticos, cuya apertura hacia el exterior parece reducirse sólo a productos de lujo.

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"Japón es quizá el único país del mundo que tiene un organismo dedicado a promover las importaciones", dicen en la sede de Jetro, negando que sólo se favorezca la entrada de productos de lujo. Alegan que el mercado japonés es abierto; los aranceles, relativamente bajos, y las oportunidades de negocios, muy altas ante un mercado consumista y estimulado para que compre más cosas del exterior.

Justifican las dificultades de entrada en el hecho de que las costumbres tradicionales japonesas no son fáciles de cambiar y que, por ejemplo, no se puede preten der vender muebles grandes en un país donde los espacios son muy reducidos, hasta el extremo de haber recibido el calificativo de conejeras por parte de expertos occidentales críticos en las normas de vida niponas.

Jetro, creada inicialmente para promover la exportación japonesa, se ha convertido en una entidad semioficial para estimular también la importación de productos a Japón. En definitiva, parece improbable que, a corto plazo, los japoneses, nuevos ricos en la escena de la economía internacional, cambien sus costumbres a pesar de la filosofía gubernamental, que pretende que los japoneses trabajen menos y gasten más.

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