"Fumen, sin que sirva de precedente"

Lo extraordinario de la jornada de ayer se puso de manifiesto por un hecho insólito: la evidencia de cigarros encendidos en el hemiciclo. "Sin que sirva de precedentes quien lo desee puede fumar", dijo el presidente del Congreso, Gregorio Peces Barba. Esta transgresión de una norma por él impuesta fue acogida con una prolongada ovación y un súbito encender de cigarros y habanos.Este gesto fue el primero de lo que sería una larga sucesión de situaciones emotivas, con profusión de estrechos abrazos, miradas empañadas, agradecimientos y promesas de amistad en lo personal, ajenas a la adscripción ...

Lo extraordinario de la jornada de ayer se puso de manifiesto por un hecho insólito: la evidencia de cigarros encendidos en el hemiciclo. "Sin que sirva de precedentes quien lo desee puede fumar", dijo el presidente del Congreso, Gregorio Peces Barba. Esta transgresión de una norma por él impuesta fue acogida con una prolongada ovación y un súbito encender de cigarros y habanos.Este gesto fue el primero de lo que sería una larga sucesión de situaciones emotivas, con profusión de estrechos abrazos, miradas empañadas, agradecimientos y promesas de amistad en lo personal, ajenas a la adscripción política de cada cual. Fernando Pérez Royo, diputado comunista, abría el fuego de los sentimientos en el último día de legislatura. "Tengo sensación de nostalgia, como en fin de curso, con los sentimientos agridulces que ello provoca".

El también comunista Santiago Carrillo se reconoció triste: "Empezamos cuatro y ahora estamos divididos". El veterano político se despedía del portavoz del PNV, Marcos Vizcaya, con deseos de suerte mutua y con la convicción de Carrillo de que iba a volver. Vizcaya dijo lo ya sabido: "No volveré la próxima legislatura, necesito reflexionar".

Jorge Verstrynge, secretario general de AP, comparó esta su primera experiencia parlamentaria con la ternura y la pasión inolvidables "del primer amor".

"Ni ser ministro Puede compensar tanto", precisó.

El centrista Luis Ortiz, militante ahora del PDP, se reunía en almuerzo con sus compañeros de grupo que muere con esta legislatura al no tener detrás partido que lo sustente.

Cuando el pasillo del Congreso quedaba ya vacío, surgió el último en abandonar el Congreso: Pío Cabanillas. "¿Por qué no voy a volver, si yo estoy aquí desde 1958"?, dijo Cabanillas dispuesto a pasar a la historia del parlamentarismo español, al menos por su permanencia en el poder legislativo. "Estos cuatro años han sido de silencio, experiencia nueva que no tengo afán de que continúe", avisaba con su más depurado estilo socarrón.