Cartas al director

Monumento a la Constitución

En las dos últimas; semanas, EL PAÍS ha ofrecido a sus lectores dos enjundiosos artículos centrados en la dilucidación del hecho de que la estructura cúbica que se levanta en Madrid como monumento a la Constitución es o no un plagio. Don Miguel Ángel Ruiz Larrea, autor del mortumento, en su artículo ¿Crítica o confusión?, del pasado 10 de marzo, se defiende ante la acusación del supuesto plagio, y Miguel Fisac, en Réplica a una réplica sobre el monumento a la Constitución, del 26 de marzo, insiste en un asunto que ya hiede.En realidad, el tal Max Bill, autor en el año 1952 de un ...

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En las dos últimas; semanas, EL PAÍS ha ofrecido a sus lectores dos enjundiosos artículos centrados en la dilucidación del hecho de que la estructura cúbica que se levanta en Madrid como monumento a la Constitución es o no un plagio. Don Miguel Ángel Ruiz Larrea, autor del mortumento, en su artículo ¿Crítica o confusión?, del pasado 10 de marzo, se defiende ante la acusación del supuesto plagio, y Miguel Fisac, en Réplica a una réplica sobre el monumento a la Constitución, del 26 de marzo, insiste en un asunto que ya hiede.En realidad, el tal Max Bill, autor en el año 1952 de un proyecto de monumento al preso político desconocido, es quizá el único plagiario, si se puede considerar como tal al que utiliza arquetipos almacenados en la mente humana desde que el homo hábilis acertó a crearlos, hace más de dos millones de años, con sus primeras tallas de guijarros, que produjeron sus esferoides poliédricos o facetados, o el homo erectus elaborase las primeras mandorlas -coups de poing- líticas en la simetría, etcétera.

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Y así hasta el siglo pasado, en el que el naturalista, prehistoriador y paleontólogo americano Heriry Fairfield Osborn, adelantándose al famoso Christopher Alexander y a sus Notas sobre la síntesis de la forma (1964), tuvo la idea de utilizar el gran arquetipo de una estructura cúbica para prefigurar el reino animal, objeto de sus desvelos. Y ello mucho antes de que a Max Bill se le ocurriera trasegar simbolismos, los mismos que tanto inquietan a los cerebrales Miguel Angel Ruiz Larrea y Miguel Fisac, ambos estupendos arquitectos de generaciones sucesivas, cuyas realizaciones indudablemente trascienden las de los mismos 46 arquitectos representados en Europalia 85.

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Con la presente, le remito el famoso cubo del reino animal pergeñado por Osborn, que hoy, más que clave taxonómica -configurada mediante diversas cajas, integradas las más grandes en otras más pequeñas, cual si de una muñeca rusa se tratase-, parece desembocar no en la especie humana, según la idea original, sino en la Constitución de 1978.-

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