Cartas al director

Parques y bolsillos

Mientras nuestro presidente del Gobierno, Felipe González, y su familia pasan sus vacaciones en el palacio de Doñana, situado en el centro del parque del mismo nombre, 50 alumnos de 3º de BUP pasan las suyas rascando sus bolsillos para poder conseguir las 1.250 pesetas que cobran a cada uno de ellos por la entrada al parque, aun siendo éstos un grupo escolar y la visita de carácter cultural.Lo que puede parecer una contradicción, si tenemos en cuenta que estamos en un país donde una de sus mayores preocupaciones consiste en fomentar la cultura, termina por convertirse en una convicción, cada v...

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Mientras nuestro presidente del Gobierno, Felipe González, y su familia pasan sus vacaciones en el palacio de Doñana, situado en el centro del parque del mismo nombre, 50 alumnos de 3º de BUP pasan las suyas rascando sus bolsillos para poder conseguir las 1.250 pesetas que cobran a cada uno de ellos por la entrada al parque, aun siendo éstos un grupo escolar y la visita de carácter cultural.Lo que puede parecer una contradicción, si tenemos en cuenta que estamos en un país donde una de sus mayores preocupaciones consiste en fomentar la cultura, termina por convertirse en una convicción, cada vez más generalizada, de lo distante que están de la auténtica realidad las grandiosas y costosas campañas publicitarias que invitan a la juventud a participar y a conocer la cultura. La realidad es, en este caso, muy concreta: un grupo de estudiantes de BUP que quieren conocer la maravillosa reserva biológica del parque de Doñana se encuentra con la sorpresa de que s les cobra la no módica cantidad antes mencionada por el mero hecho de visitarla; mientras tanto, parece ser que a ninguno de los numerosos organismos estatales (y ojalá lo haya) denominados: de cultura, de juventud, de educación, etcétera, le preocupa resolver esta situación.

De todo esto se desprende que el calificativo de nacional que acompaña al parque parece no estar muy acorde con la utilización del mismo, aunque bien podría estar justificado por el uso que de él se hace durante las vacaciones de Semana Santa por el representante de la nación, lo que parece excluye a los representados.

Ocio y cultura, dos términos que intentan aproximarse cada vez más en una sociedad como la nuestra, da la impresión que se enfrentan en este caso: el ocio del presidente y la cultura de los jóvenes; aunque por otro lado estarían complementados si, como parece ser, el primero se sufraga a base del segundo, con lo cual quedaría justificado el alto precio de la visita al coto. Esperemos que el ocio de nuestro presidente y la cultura de la juventud sean dos caminos paralelos, por aquello de que nunca llegan a juntarse.

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Así pues, a mí como profesor y a ellos como alumnos no nos queda más remedio que convencernos una vez más de lo lejana que se encuentra la labor de la Administración por la juventud, de la realidad y los intereses de los jóvenes, cuando éstos han de pagar por entrar en su propia casa.-

, profesor del colegio de San Ignacio.

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