Manolo Martín

Innovador de las fallas a través de la estética del 'comic'

Tras 28 años de dedicación a las fallas, Manolo Martín, artista autodidacta, se ha lanzado a una experiencia revolucionaria que recoge lo más atractivo de la tradición festiva, al tiempo que ha integrado al dibujante de comics Sento Llobell y al diseñador de modas Francis Montesinos en su equipo. Los resultados pueden apreciarse, entre el desdén de los ortodoxos y el interés del público, en la falla de la plaza del País Valenciano, sufragada por el Ayuntamiento y representativa de la ciudad, que arderá en la noche de mañana.

"Desde hacía tiempo", comenta Manolo Martín, "quería incorpora...

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Tras 28 años de dedicación a las fallas, Manolo Martín, artista autodidacta, se ha lanzado a una experiencia revolucionaria que recoge lo más atractivo de la tradición festiva, al tiempo que ha integrado al dibujante de comics Sento Llobell y al diseñador de modas Francis Montesinos en su equipo. Los resultados pueden apreciarse, entre el desdén de los ortodoxos y el interés del público, en la falla de la plaza del País Valenciano, sufragada por el Ayuntamiento y representativa de la ciudad, que arderá en la noche de mañana.

"Desde hacía tiempo", comenta Manolo Martín, "quería incorporar cosas frescas y gente nueva al mundo de las fallas y de ahí ha nacido la colaboración con Sento y Montesinos. Era lamentable que se hubiera perdido esa saludable cooperación que se dio en la década de los años treinta entre los artistas falleros y los profesionales de todas las facetas de la cultura. La aportación de pintores y cartelistas como Josep Renau y Artur Ballester significó uno de los momentos de mayor esplendor de la fiesta. Hay que olvidarse de esquemas marcados y rígidos y regresar a los orígenes de las Fallas sin perder por ello el tren de la renovación".Martín se cuenta entre aquellos que piensan que la esencia de las fiestas valencianas responde a un saludo pagano a la primavera, una purificación por el fuego de los vicios y costumbres sociales y una invitación a la crítica. Los años de la dictadura, que imprimieron un monumentalísmo excesivo a las fallas y convirtieron en folclóricos los elementos revulsivos de la fiesta, pesan todavía como una losa y habían alejado a amplios sectores sociales y culturales. Por ello Manolo Martín, un hombre de mejillas sonrosadas y una expresión entre la satisfacción y la guasa al estilo de sus mejores ninots, ha puesto en pie una colosal pira de trastos viejos en pleno centro de la ciudad.

Con un presupuesto de nueve millones de pesetas, la falla de la plaza del País Valenciano representa al rey de la miseria, un espantapájaros sin rostro que asoma por la puerta de un desvencijado Seat 600 entre un montón de basura y desperdicios. Para Manolo Martín, "la falla quiere criticar y quemar todas las miserias humanas, tanto las materiales como las morales". "Nuestro propósito", añade el artista fallero, "ha sido recuperar, desde la perspectiva de hoy, la tradición de los artesanos y vecinos de principios de siglo que reunían maderas, muebles y papeles con el fin de satirizar personajes y situaciones. Esa actitud nos ha llevado también a situar los ninots alrededor del monumento representando de este modo al variopinto público, que acude a ver las fallas. El toque más innovador quizá sea el vestuario de las figuras, obra del diseñador Francis Montesinos, aunque lo bien cierto es que la costumbre de vestir a los ninots se mantuvo hasta la década de los cuarenta".

Con la ya larga experiencia que avala una trayectoria llena de premios en todas las categorías falleras, Manolo Martín, que no ha hecho otra cosa en su vida que trabajar de forma creativa con el cartón y la madera, está convencido de que las fallas deben ser una puerta abierta para nuevas iniciativas. Montador de varias atracciones del parque de Madrid, expositor de figuras de comics en el salón de Angulema, en Francia, Martín prepara la escenografía de algunos espectáculos teatrales y no descarta realizar alguna incursión en el cine.

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