Un peligro real

Los catalanes sabemos poco de Terra Lliure y durante mucho tiempo era corriente dudar incluso de su existencia. Pero han pasado años, la organización ha insistido en manifestar una y otra vez su presencia. Ha habido juicios, no ha faltado quien ha reconocido ante los tribunales su pertenencia a ella, han estallado explosivos en manos de jóvenes activistas, algunas personas han sufrido la persecución del grupo terrorista, que además ha emprendido campañas de intimidación. No se puede dudar de que Terra Lliure existe, porque no se puede negar que actúa. Ahora mismo, tras una campaña contra compa...

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Los catalanes sabemos poco de Terra Lliure y durante mucho tiempo era corriente dudar incluso de su existencia. Pero han pasado años, la organización ha insistido en manifestar una y otra vez su presencia. Ha habido juicios, no ha faltado quien ha reconocido ante los tribunales su pertenencia a ella, han estallado explosivos en manos de jóvenes activistas, algunas personas han sufrido la persecución del grupo terrorista, que además ha emprendido campañas de intimidación. No se puede dudar de que Terra Lliure existe, porque no se puede negar que actúa. Ahora mismo, tras una campaña contra compañías eléctricas, ha anunciado emprendido otra contra las empresas que apoyen la candidatura de Barcelona como ciudad organizadora de los Juegos Olímpicos de 1992. Sanyo ha sufrido ya un atentado. La amenaza se extiende de un modo alarmante, porque atentar contra los Juegos Olímpicos de 1992 -que es el propósito que se anuncia- es atentar contra Barcelona y por lo tanto contra Cataluña.Estamos ante un peligro cierto y comprobado. Un grupo pequeño puede producir un daño grande. Cataluña no puede permitir que, bajo capa de luchar por ella, se ahuyente a las empresas que aquí vienen a invertir, se atente contra personas que gozan de los derechos propios del ciudadano, se difundan amenazas e intimidaciones y se trate de desacreditar un empefío tan ambicioso como el de traer a Barcelona los Juegos Olímpicos de 1992.

Sean quienes sean los agentes, los instigadores -próximos o lejanos-, las motivaciones y los cálculos, la persistencia y la acción de Terra Lliure perjudica a Barcelona y a Cataluña, porque perjudica a los barceloneses y los catalanes. No sólo porque una organización terrorista es una lacra para un país cuando, por su cuenta, pretende actuar en provecho de él y extiende de esta manera el descrédito y la vergüenza entre la sociedad en la que actúa, sino porque esa imagen que proyecta tiene consecuencias inmediatas y tangibles en el mundo del trabajo, de la actividad económica, de la convivencia.

, 4 de marzo

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