Cartas al director

Sagaz consejero

No puedo por menos de sorprenderme ante la genialidad, la sutileza, la sagacidad y las ocurrencias de un tal Edward L. Rowny -consejero especial del presidente de Estados Unidos en materia de armamento-, demostradas en su artículo 10 mandamientos para negociar con la Unión Soviética, publicado en su diario el día 10 de febrero de este año.Por la fecha de publicación deduzco que el artículo en cuestión no pretende ser burla ni chanza, ni chunga ni guasa, sino algo sensato, digno, grave y trascendental.

Empieza su decálogo recordando el objetivo de las negociaciones y las cualidade...

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No puedo por menos de sorprenderme ante la genialidad, la sutileza, la sagacidad y las ocurrencias de un tal Edward L. Rowny -consejero especial del presidente de Estados Unidos en materia de armamento-, demostradas en su artículo 10 mandamientos para negociar con la Unión Soviética, publicado en su diario el día 10 de febrero de este año.Por la fecha de publicación deduzco que el artículo en cuestión no pretende ser burla ni chanza, ni chunga ni guasa, sino algo sensato, digno, grave y trascendental.

Empieza su decálogo recordando el objetivo de las negociaciones y las cualidades del pueblo norteamericano y de su Gobierno -"tenemos una mentalidad orientada a la solución de problemas por herederos de la tradición racionalista griega ( ... ) los soviéticos no aceptan esta concepción"-. En toda la parrafada subyace la idea bondadosa del Gobierno norteamericano frente a la cerrazón hermética del pueblo ruso. Es el artículo 12 un auténtico tratado de egolatría patriotera, semejante a la que en su época promovió el partido nazi alemán (ser norteamericano, nacer en EE UU, confiere superioridad).

Más adelante (artículo 52) recomienda atención a regalos que pueden ser envenenados. Es un artículo bucólico en el que el señor Edward consigue dejarnos el corazón fláccido. Por tierno, sentimental, afectuoso, generoso y altruista, porque este consejero de Ronald Reagan, "para ablandar a aquellos rusos impávidos toqué canciones rusas con mi armónica. Todos bailaron y pasaron un buen rato". Qué gratificante y esperanzador resulta saber que en unas negociaciones de armamento, donde se juega con la vida de casi todos, un buen hombre, el señor Edward, se dedica a interpretar melodías rusas con su armónica, poniendo humanidad en ese infierno de locos. Pero... ¡Oh, malditos rusos!, le pagaron su cortesía haciendo una colecta, de la que se llevaron el 50%, cuando todo le correspondía a él, el artista. Y es que los rusos son así. Egoístas, mezquinos, usure-

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ros, avariciosos, infieles, oportunistas y gorrones. Seres con los que es casi imposible negociar. Hay que andarse con pies de plomo, pues de lo contrario los moscovitas pueden tendernos una trampa, como sucedió en un encuentro en 1982, en el que querían negociar con una persona más, decisiva, qué duda cabe, para imponer los principios rusos. Por esto el señor Edward, que en aquella ocasión logró igualar la contienda con su eficaz gestión, recomienda atención y cuidado.

Por último, el señor Edward advierte que, "si bien los negociadores rusos pueden ser agradables y aparecer como gente conciliadora, al final son siempre negociadores duros y comunistas entregados".

El secular diablo rojo sigue siendo el demonio del jardín yanqui. No hay que dejarse engañar por la apariencia externa de estos Espíritus del Mal, Belcebús de la Sibería, que con su nuevo look pueden confundir a los menos precavidos. Pero no se preocupe, señor Edward, porque yo he tomado buena nota de su consejo y me pondré una cruz en el pecho para evitar que El Tentador Príncipe de las Tinieblas me engañe para llevarme al cálido mundo de las calderas de Pedro Botero.- José Manuel Romero.

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