La policía militar desaloja a los centenares de camiones que sitiaron Río de Janeiro

Fuerzas de la policía militar de Río de Janeiro desalojaron el pasado jueves de las carreteras de acceso a la ciudad brasileña a centenares de camiones, que mantuvieron a los ocho millones de habitantes de la urbe literalmente sitiados durante dos días.

En una huelga considerada netamente política, camioneros de distintos Estados del sur de Brasil interrumpieron el tráfico en varias carreteras, pero fue Río la ciudad más dramáticamente afectada por el movimiento.A consecuencia del cerco a que se vio sometida Río de Janeiro, el miércoles empezó a terminarse la reserva de combu...

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Fuerzas de la policía militar de Río de Janeiro desalojaron el pasado jueves de las carreteras de acceso a la ciudad brasileña a centenares de camiones, que mantuvieron a los ocho millones de habitantes de la urbe literalmente sitiados durante dos días.

En una huelga considerada netamente política, camioneros de distintos Estados del sur de Brasil interrumpieron el tráfico en varias carreteras, pero fue Río la ciudad más dramáticamente afectada por el movimiento.A consecuencia del cerco a que se vio sometida Río de Janeiro, el miércoles empezó a terminarse la reserva de combustible de la ciudad y los supermercados fueron asediados por miles de personas asustadas por la posibilidad de que se produjese un desabastecimiento. La consecuencia fue el colapso del transporte urbano. La ciudad tenía reservas estratégicas de combustible apenas para 24 horas y en ellas había que incluir la gasolina destinada a las ambulancias, los servicios de bomberos y la policía.

Para agravar aún más el pánico ciudadano, comenzó a escasear la leche, la carne y otros alimentos.

Ha sido ésta la primera huelga importante del año en Brasil, que paralelamente ha desatado una crisis entre el gobernador de Río de Janeiro, el socialdemócrata Leonel Brizola, y el Gobierno federal del Movimiento Democrático Brasileño. Brizola anticipó su retorno de Uruguay, donde se encontraba en visita privada, y llegó a Río en la noche del miércoles visiblemente molesto. En el mismo aeropuerto acusó a los ministros de Trabajo, Almir Pazianotto, y de Transportes, Afonso Camargo, de "grave omisión".

Fuentes del Gobierno federal dijeron, por su parte, que el sitio impuesto por los camioneros a Río de Janeiro era un problema "del Gobierno del Estado", es decir de Leonel Brizola, y adelantaron la posibilidad de una intervención del Ejército para despejar las carreteras, al margen de cualquier medida que pudiese ser adoptada por el gobernador. Pero el problema y el origen del conflicto era que los huelguistas exigían al Gobierno federal, y no al Estado de Río de Janeíro, la entrada, en vigor de una nueva lista de precios, ya aprobada, para las mercancías que transportan.

No hubo, además de la amenaza de movilizar al Ejército rumbo a Río, ninguna manifestación del Gobierno federal. Leonel Brizola levantó sospechas sobre el origen del movimiento, recordando la huelga de camioneros ocurrida en Chile en 1973, poco antes del golpe que derrocó al presidente constitucional, Salvador Allende.

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