Tribuna:

Estadísticas

A mí las estadísticas siempre me cogen por la espalda y cuando me asaltan me obligan a resituarme en las puntos cardinales de mi sabiduría convencional. Últimamente las estadísticas que más me sobrecogen son la que hacen referencia a las condiciones de vida de las clases pasivas y las del paro. Para empezar, me reconozco vencido por la táctica empleada por el señor Almunia de convertir las cifras del paro en la entidad aritmética más ambigua, o maleable conocida desde los tiempos de Pitágoras. En manos de Almunia, la estadística no es ciencia sino arcilla. El paro siempre baja, eso está...

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A mí las estadísticas siempre me cogen por la espalda y cuando me asaltan me obligan a resituarme en las puntos cardinales de mi sabiduría convencional. Últimamente las estadísticas que más me sobrecogen son la que hacen referencia a las condiciones de vida de las clases pasivas y las del paro. Para empezar, me reconozco vencido por la táctica empleada por el señor Almunia de convertir las cifras del paro en la entidad aritmética más ambigua, o maleable conocida desde los tiempos de Pitágoras. En manos de Almunia, la estadística no es ciencia sino arcilla. El paro siempre baja, eso está claro, pero es que cuando el paro, hijo de la gran chingada, se atreve a subir, Almunia consigue que baje, sea en comparación con el paro del mismo mes del año anterior o de la misma hora, minuto o segundo del día anterior.Los más cariacontecidos son los parados. Siguen en el paro, pero con las estadísticas en la mano no tendrían por qué estar en el paro. Los que peor lo tienen son esos parados producidos en sectores que según el Ministerio de Trabajo ya no generan paro. Diga lo que diga el Ministerio, hay gente que va al paro con una tozudez que pone a prueba el inmenso esfuerzo que el señor Almunia está realizando para que le cuadren las cifras antes de las próximas elecciones generales y pueda demostrar que en España aún quedan 800.000 puestos de trabajo. No quiero extender mi perplejidad al terreno de las estadísticas que relacionan la inflación con el IVA que viene, porque iría en contra de las reglas más tradicionales que guían la redacción de una columna. A columna por perplejidad, me resisto a creer que el señor Almunia esté dispuesto a demostrar que el blanco es negro antes que hablar desde la sinceridad de la catástrofe.

Y si la catástrofe es menor se debe a la economía sumergida. Menos mal que el señor Almunia conserva la delicadeza de no censar la cantidad de nuevas meretrices y meretrizos que han aparecido en este país dentro de una posible economía sumergida. Pero lo es. Y de una importancia más evidente que las estadísticas del Ministerio. La prostitución como antiguo y nuevo oficio en la Revolución Tecnológica. ¡Marchando un simposio en Cuenca!

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