Tribuna:

La capucha

La promesa del señor ministro del Interior de que a partir de ahora no se va a utilizar la capucha en los interrogatorios policiales ha sorprendido por igual a los funcionarios de su ministerio como a los peatones civiles del país. Los funcionarios se sorprenden de que el señor ministro haga promesas que no está en condiciones de cumplir. Y los demás seguimos sorprendidos ante la sospecha de que el señor ministro fuera cómplice de la ciencia o arte de encapuchar a los interrogados. Si el señor ministro sabía lo de la capucha, es cómplice de torturas psicológicas. Y si no lo sabía, es que es un...

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La promesa del señor ministro del Interior de que a partir de ahora no se va a utilizar la capucha en los interrogatorios policiales ha sorprendido por igual a los funcionarios de su ministerio como a los peatones civiles del país. Los funcionarios se sorprenden de que el señor ministro haga promesas que no está en condiciones de cumplir. Y los demás seguimos sorprendidos ante la sospecha de que el señor ministro fuera cómplice de la ciencia o arte de encapuchar a los interrogados. Si el señor ministro sabía lo de la capucha, es cómplice de torturas psicológicas. Y si no lo sabía, es que es un inocente en el sentido prenormal, posnormal o subnormal de la inocencia.Se dice que las capuchas empleadas son simples bolsas de plástico que no han pasado por los filtros de los Presupuestos Generales del Estado, a no ser que se utilicen las bolsas de la basura, que sin duda alguna tienen el mismo sentido en una comisaría de policía o en un cuartelillo de la Guardia Civil que en las cocinas. Cuando sus señorías aprueban la partida del presupuesto que va destinada a las bolsas de las basuras de las fuerzas de seguridad del Estado, desconocen que puedan ser utilizadas para hacer cantar a los detenidos. Es dudoso que se empleen otro tipo de bolsas en esos menesteres, por ejemplo bolsas de grandes almacenes o de congelar alimentos. Sería inadmisible que existiera en el mercado nacional o internacional del sadismo capuchas de plástico ad hoc aprobadas por una comisión conjunta e internacional de ministros del Interior. Cualquier ser humano que ejerce de ministro del interior y acepta el tratamiento de la capucha es de por sí algo rarillo, pero si además avalase un modelo internacional con diseño especial, penetraría en la categoría de la gente peligrosa con la que se deben tener los menos tratos posibles.

Pero hay que confiar en Barrionuevo. El no sabía nada de las capuchas. Ni de los supuestos malos tratos. Ni de nada de nada. A él lo han puesto ahí para que le eche rostro impenetrable al asunto. La bolsa de plástico es la máscara de la víctima. La cara de Barrionuevo es la capucha de un colectivo anónimo, prepotente y ratificado.

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