Cartas al director

Disneylandia

He leído con interés, regocijo y profundo acuerdo casi siempre los artículos que sobre Disneylania han publicado Juan Benet, Félix de Azua -buenos amigos los dos- y Manuel Vicent. Solamente me permitiría algunas matizaciones.No puede hablarse de una cultura americana contrapuesta a la europea, como no sea la de sus aborígenes. En todo caso, se trata de una degeneración de la cultura europea, o una civilización europea -en el sentido que daba Spengler a esta palabra- cuando la cultura ha muerto y persiste una iconografia sin contenido. Pero las raíces -inglesas, españolas, francesas, esc...

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He leído con interés, regocijo y profundo acuerdo casi siempre los artículos que sobre Disneylania han publicado Juan Benet, Félix de Azua -buenos amigos los dos- y Manuel Vicent. Solamente me permitiría algunas matizaciones.No puede hablarse de una cultura americana contrapuesta a la europea, como no sea la de sus aborígenes. En todo caso, se trata de una degeneración de la cultura europea, o una civilización europea -en el sentido que daba Spengler a esta palabra- cuando la cultura ha muerto y persiste una iconografia sin contenido. Pero las raíces -inglesas, españolas, francesas, escandinavas, rusas etcétera- son idénticas en ambos continentes. Prueba de ello es que también Disney llevó a la pantalla a Cenicienta, Caperucita, la Bella Durmiente o Pinocho, y no lo afirmo, pero posiblemente también a John Silver o diversos personajes de Grimm o Andersen de las más pura estirpe europea.

Mickey, Dumbo o el Pato pudieron parecernos exóticos en su momento (ahora ya nos son muy familiares), pero no cabe duda que su impacto fue mayor que el de Garbancito de La Mancha u otros bodrios semejantes, lo mismo que muchos de nosotros preferimos a Shirley Temple o Diana Durbin a un Pablito Calvo o Joselito. En todo caso, no existe una película de animación donde se rinda un homenaje a la clásica música europea, como Fantasía, de Disney.

No entro -no deseo hacerlo- en los términos econó micos o políticos del tema. En el primer caso, porque desgraciadamente compruebo a diario que el mundo sigue dominado por la ley del más fuerte. En el segundo, porque política es todo, y hasta en el parque de atracciones de mi niñez (en cierto sentido, modélico) del monte Igueldo, hasta la osa Úrsula (como recordarán mis coetáneos) pertenecía a la Santa Comunión Tradicionalista, vulgo los requetés.-

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