El psicólogo Leon Kamin desmonta las teorías racistas sobre la inteligencia

El psicólogo norteamericano Leon Kamin sostiene que las teorías racistas de colegas suyos como Jensen y Hermstein sobre la determinación genética de la inteligencia no tienen consistencia científica. Frente a estos psicólogos Kamin defiende que no está demostrado que los negros y algunos miembros -empleados y trabajadores- de las clases bajas tengan una inteligencia distinta a la de los blancos y la clase media alta. El científico norteamericano, director del departamento de Psicología de la universidad de Princeton (Nueva Jersey), ha participado recientemente en un curso sobre Psicología de l...

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El psicólogo norteamericano Leon Kamin sostiene que las teorías racistas de colegas suyos como Jensen y Hermstein sobre la determinación genética de la inteligencia no tienen consistencia científica. Frente a estos psicólogos Kamin defiende que no está demostrado que los negros y algunos miembros -empleados y trabajadores- de las clases bajas tengan una inteligencia distinta a la de los blancos y la clase media alta. El científico norteamericano, director del departamento de Psicología de la universidad de Princeton (Nueva Jersey), ha participado recientemente en un curso sobre Psicología de la vida cotidiana, en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en Santander.

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Conocido inicialmente como un destacado investigador de la psicología animal -sobre todo en el estudio del condicionamiento descubierto por Pavlov-, Leon Kamin comenzó a interesarse a partir de 1972 por la forma en que la Ideología social y política afecta al conocimiento científico. Como consecuencia de estas investigaciones Karnin ha optado, tras los estudios del cociente intelectual y la inteligencia y sobre esquizofrenia, por defender la existencia de una clara conexión entre los factores genéticos y ambientales, "que en ningún caso se pueden separar en la realidad".Este proceso evolutivo lo ha llevado previamente a desmontar determinadas tesis racistas basadas en un determinismo genético, que pueden calificarse como hereditarias y que han gozado de un mayor o menor apoyo por parte de la comunidad científica según los casos.

En el momento en que Kamin comenzó a mostrar interés por los componentes ideológicos "estaban de moda las ideas del psicólogo Jensen, que sostenía que los negros y algunos miembros de las clases bajas tenían otro tipo de inteligencia". Jensen defendía que había dos tipos de inteligencia: de nivel 1 y de nivel 2. El nivel 1 correspondía a una inteligencia mecánica, de aprendizaje memorístico y asociación simple, y estaba difundida entre los negros y otras personas, como desempleados y trabajadores de clases bajas, referidos fundamentalmente a la raza negra.

Por el contrario, la inteligencia de nivel 2 sería una inteligencia abstracta, que se daría entre los blancos y la clase media alta. Los defensores de esta teoría pretendían resaltar, según Kamin, el carácter hereditario del grado de inteligencia. "Esas características se consideraban heredadas, y la consecuencia de todo ello era apoyar la opinión de que no tenía mucho sentido gastar dinero en la educación de gente con una inteligencia de nivel 1, porque su problema era de carácter genético y por ello había pocas posibilidades de mejorar la situación".

"Estas hipótesis pretendidamente demostradas iban, además, claramente en contra de los proyectos iniciados unos años antes por la Administración Kennedy en Estados Unidos para intentar mejora la educación de esos sectorers más desfavorecidos, además de que estaba relacionado directamente con el coste de la guerra de Vietnam", dice Leon Kamin.

Fraude en los datos

El psicólogo norteamericano fija el comienzo de su contestación a las tesis genetistas en el momento en que Hermstein, seguidor de las teorías de Jensen, pronunció una conferencia en Princeton, que fue contestada y criticada por los estudiantes radicales. "Los datos utilizados por Hermstein se basaban en un artículo de Cyril Burt, que había trabajado sobre la herencia de la inteligencia, estudiando individuos emparentados en distintos grados, entre ellos gemelos idénticos".

Karnin recuerda cómo después de leer aquel articulo llegó a la conclusión de que "los datos utilizados eran un fraude, cosa que poco después, sobre todo tras la muerte de Burt, se comprobó". "Burt había transformado los datos que, en principio, parecían increíblemente claros. Por ello se ajustaban perfectamente a lo que quería demostrar, no soportaban ninguna objeción y todas las críticas estaban ya contestadas. Precisamente por ello pudimos pensar inicialmente que eran inventados, como luego efectivamente se llegó a descubrir".

A partir de aquel momento Kamin comenzó a investigar sistemáticamente el problema, a analizar todos los datos que ofrecían los defensores de esta tesis, y se dedicó "a desmontarlos sistemáticamente y, en última instancia, a demostrar que eran datos sin fundamento".

En la actualidad, el cociente intelectual y la esquizofrenia son los dos aspectos más importantes en los estudios de Kamin. Respecto a la posibilidad de que exista una determinación genética del cociente intelectual, el psicólogo norteamericano opina que "las mejores pruebas a favor de ello parece que son inventadas, pero sí se establece una diferencia entre el cociente intelectual y la inteligencia; se puede decir que esta última no se puede medir, aunque el cociente intelectual pretende ser una medida de ella".

"Conocemos que los padres con altos cocientes intelectuales tienen hijos también con altos cocientes intelectuales, pero también sabemos que los padres a los que les gusta la paella tienen hijos a los que también puede gustarles o no la paella y, sin embargo, no concluimos por todo ello que los españoles tienen unos genes determinados por los que les guste la paella", añade Kamin.

Conclusiones ambiguas

El problema se puede resumir, según el psicólogo norteamericano, en la consideración de que "los factores genéticos y ambientales van juntos y no se pueden separar". "En un mundo de ciencia ficción podrían separarse tales factores, pero no en un mundo real, porque sería metodológicamente imposible. Algunos aspectos de la psicología pueden someterse a experimentación y llegar a conclusiones menos ambiguas, pero en este caso es imposible experimentar y tampoco existe un consenso en la comunidad científica".

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