Tribuna:

La huelga

La convocatoria de huelga general ha dado lugar a algo que ha sido a la vez menos y más que una huelga general. Es cierto que el país no quedó paralizado, pero sí lo suficiente como para que la huelga diera la medida relativa de un malestar social generalizado, todavía insuficientemente articulado. Pero la huelga general sirvió para revelar cuán fina es la piel de ciertas conciencias críticas, dispuestas a rasgarse las vestiduras cuando la crítica deja de ser palabras, palabras, palabras y trata de convertirse en protesta de masas. Sale entonces del fondo del alma de nuestra mesocracia progres...

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La convocatoria de huelga general ha dado lugar a algo que ha sido a la vez menos y más que una huelga general. Es cierto que el país no quedó paralizado, pero sí lo suficiente como para que la huelga diera la medida relativa de un malestar social generalizado, todavía insuficientemente articulado. Pero la huelga general sirvió para revelar cuán fina es la piel de ciertas conciencias críticas, dispuestas a rasgarse las vestiduras cuando la crítica deja de ser palabras, palabras, palabras y trata de convertirse en protesta de masas. Sale entonces del fondo del alma de nuestra mesocracia progresista un instinto de hegemonía histórica amenazada por la obscenidad de la lucha de clases. Y es que a los politicólogos de la tercera o la cuarta o la quinta ola aún no les salen bien las cuentas. Se creían a salvo de la Historia en la posmodernidad de la posmodernidad y resulta que la computadora aún les canta la Internacional.Y test también para la actitud del Gobierno socialista. A la hora de condenar una huelga general trató de recurrir al vocabulario propio, pero no tenía. Por suerte o por desgracia, cuando un poder socialista ha de descalificar una huelga debe pedir prestado lenguaje a la derecha y como en España la derecha democrática siempre ha sido poco más que una hipótesis, el préstamo era imposible. Por eso el poder socialista español tuvo que ir más a la derecha de la derecha en busca de lenguaje descalificador y se encontró los archivos de su propia memoria llenos de aquel vocabulario franquista empleado contra la famosa y entrañable Huelga Nacional Pacífica de 24 Horas. Y así pudimos oír y ver cómo las boquitas despintadas del poder hablaban de "manipulación", de "intereses incon fe sables", de "minorías frustradas" y Almunia salió en la tele de riguroso color verde, como si fuera un lagarto visitante infiltrado, con una cólera en la punta de los ojos y la lengua que nos recordaba la cólera de don Pedro Gómez Aparicio en sus mejores tiempos. Urge pues educar las maneras de los señoritos de esta democracia de un millón. de chalecos y renovar el vocabulario antidisturbios del Gobierno del cambio. Labia no les falta.

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