Japón, entre la autodefensa y el rearme

Tokio venderá tecnología militar a Washington para la 'guerra de las estrellas'

Bajo el Gobierno de Takeo Miki, en 1976, Japón decidió que no gastaría más del 1% del PIB en su presupuesto para las fuerzas armadas de autodefensa. Actualmente, el Gobierno de Yashuiro Nakasone arguye que el contexto internacional ha cambiado. El refuerzo del potencial soviético en la zona de Siberia y en las costas del mar del Japón supone un serio peligro para los japoneses, que deben estar equipados y preparados militarmente para defenderse. Nakasone quiere sobrepasar el listón del 1% del PIB y aumentar el gasto de defensa para un ejército de 156.000 hombres, que Japón está equipando con a...

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Bajo el Gobierno de Takeo Miki, en 1976, Japón decidió que no gastaría más del 1% del PIB en su presupuesto para las fuerzas armadas de autodefensa. Actualmente, el Gobierno de Yashuiro Nakasone arguye que el contexto internacional ha cambiado. El refuerzo del potencial soviético en la zona de Siberia y en las costas del mar del Japón supone un serio peligro para los japoneses, que deben estar equipados y preparados militarmente para defenderse. Nakasone quiere sobrepasar el listón del 1% del PIB y aumentar el gasto de defensa para un ejército de 156.000 hombres, que Japón está equipando con aviones de caza F-15, made in USA, fabricación de tanques T-74 y futura instalación de misiles norteamericanos del modelo Patriot, dentro del nuevo plan quinquenal de modernización del Ejército japonés.Cooperación militar

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Nakasone reafirmó esta semana en Tokio, ante un grupo de 110 oficiales, que Japón nunca fabricará, poseerá o almacenará bombas atómicas ni arsenal nuclear. Para los japoneses sigue vivo el recuerdo de Hiroshima y Nagasaki, cuyo 40º aniversario del bombardeo atómico se celebrará el próximo 6 de agosto. Pero Nakasone insistió en que la situación internacional sigue siendo "muy serie y fluida" y que la tensión Este-Oeste es alta y tiene una dimensión global.

"Debernos ser capaces de defender Japón por nuestros propios medios", ratificó Koichi Kato, director general de la Agencia de Defensa (organismo consultivo para el primer ministro, que ejerce un tanto el papel de Ministerio de Defensa) en un contexto de rea

me de Japón, apoyado por Estados Unidos y justificado por la expansión militar de la Unión Soviética en Extremo Oriente y el Pacífico, desde mediados de la década de los sesenta.

"Muchos japoneses creen ahora que debemos modernizar y aumentar nuestra defensa, pero no olvidamos lo ocurrido hace 40 años", explica Masamichi Inoki, con suficiente edad para tener buena memoria, actual presidente del Instituto para la Seguridad y la Paz y ex director de la Agencia Nacional de Defensa.

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"No queremos bombas atómicas", prosigue Inoki, "pero aceptamos estar bajo el paraguas atómico norteamericano". Estados Unidos cuenta con varias bases militares en Japón, dotadas con unos 26.000 hombres, 180 aviones de caza y frecuentes visitas de portaviones y barcos de la VI Flota, equipados con arsenal nuclear.

Masamichi Inoki recuerda que en su época de director de la Agencia Nacional de Defensa recomendó al Gobierno dirigido por Ohira que aumentara en un 20% anual el presupuesto militar, a lo largo de cinco años, para cambiar unos equipos considerados obsoletos. "Tenemos cañones aún de la II Guerra Mundial y barcos sin equipo moderno, ni misiles". Inoki insiste en que el primer ministro Nakasone debe subir el presupuesto militar y romper la barrera del 1% del PIB, a pesar de la fuerte oposición del partido socialista -en la oposición-, que defiende las tesis de la neutralidad y el desarme para Japón.

¿La industria japonesa está capacitada para producir armamento?

"En Estados Unidos", dice Inok¡, "la investigación militar precede muchas veces las futuras aplicaciones civiles, mientras que en Japón podría ocurrir lo contrario". Inoki es partidario de que Japón exporte tecnología con eventuales fines militares, para facilitar en contrapartida la adquisición de equipos modernos para la defensa de Japón. Principio que corrobora un informe de una delegación del Pentágono norteamericano que, dirigida por John Mac Cullum, visitó recientemente Japón y concluyó que Washington debe importar tecnología avanzada japonesa (fibras ópticas, cristales líquidos, electroópticos, láser y equipos de ondas de alta frecuencia) como tecnologías calificadas de esenciales para el desarrollo del programa de guerra de las estrellas del presidente Reagan.

¿Simple retórica política?

Mientras los hechos demuestran que Japón está ya en pleno proceso de refuerzo e innovación para su equipo militar, los adversarios denuncian los planes del primer ministro Nakasone como "un acto de retórica política", según Osamu, Kaihara, ex secretario general del Consejo Nacional de Defensa.

Para Kaihara, autor de siete libros sobre asuntos de defensa, Japón ni siquiera cuenta con suficiente espacio aéreo para que sus pilotos puedan entrenarse a bordo de los cazas F-15. Ni con bastantes y modernos barcos para proteger sus vías marítimas, que como isla "no necesita defender en tiempos de paz y no podría tampoco defenderlas en caso de guerra".

"Personalmente", añade Kaihara, "no creo que EE UU y la URSS vayan hacia una guerra, por el riesgo que supone para todos en un plano mundial. Y aun en caso de que ocurriera, Japón nunca estaría en condiciones de poder evitarlo". Kaíhara ve un esquema de guerras locales para incrementar la influencia de ambos bloques. Es pesimista sobre las posibilidades que realmente podría tener Japón -aun con los actuales acuerdos de cooperación defensiva con EE UU- en caso de una invasión soviética. Para Kaihara la actual polémica es "sólo retórica política, y en términos reales Japón gasta cada vez menos en defensa".

Insiste también Kaihara en el factor humano de un ejército de veteranos, donde abundan los soldados de mediana edad; "porque en Japón, país sin servicio militar obligatorio, ser soldado no es ningún negocio".

A mitad entre la opinión de los expertos en pro o en contra del rearme de Japón, es un hecho que desde principios de los años ochenta Japón se ha planteado muy en serio el objetivo del refuerzo y modernización del sector bélico, bajo el patrocinio y el visto bueno de Estados Unidos, país con el que mantiene una alianza táctica en la estrategia de refuerzo del poderío estadounidense en la zona del Pacífico y del Sureste asiático, áreas de considerable crecimiento económico pero no exentas de tensiones.

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