España no firmará el Tratado de No Proliferación Nuclear si no se modifica profundamente

España no firmará el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) antes de que el próximo mes de agosto se celebre en Viena la tercera reunión quinquenal prevista para su revisión, según coinciden en afirmar cualificadas fuentes de los ministerios españoles de Asuntos Exteriores y Defensa, así como del partido del Gobierno. Según estas mismas fuentes, la firma tampoco se producirá después de esta reunión si, como es de prever, no se realiza una revisión profunda de este tratado, que la diplomacia española considera desfasado y desigual.

La evolución de la postura del PSOE respecto al T...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

España no firmará el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) antes de que el próximo mes de agosto se celebre en Viena la tercera reunión quinquenal prevista para su revisión, según coinciden en afirmar cualificadas fuentes de los ministerios españoles de Asuntos Exteriores y Defensa, así como del partido del Gobierno. Según estas mismas fuentes, la firma tampoco se producirá después de esta reunión si, como es de prever, no se realiza una revisión profunda de este tratado, que la diplomacia española considera desfasado y desigual.

Más información

La evolución de la postura del PSOE respecto al TNP -el tratado que impide la transferencia de armas, tecnología o elementos nucleares de tipo militar a los países que no los poseían en el momento de su firma en 1968- ha sido una de las más llamativas dentro de la política exterior del partido en el Gobierno. Antes de las elecciones de octubre de 1982, en el PSOE no había una postura clara al respecto, según reconocen cualificadas fuentes de este partido. Fue así como se llegó a formular en el programa electoral que España "estudiará favorablemente la oportunidad" de la ratificación. La estudiada ambigüedad de esta fórmula hacía pensar entonces en que se tendía a la firma.El 1 de diciembre de 1982, en el debate de investidura, el recién nombrado presidente del Gobierno, Felipe González, afirmaba que era favorable a la firma del TNP, pero que antes iba a "intentar tener todas las garantías de que esa firma no se utiliza contra el necesario abastecimiento de suministros para España". "No perderé, por tanto", agregó González en aquella ocasión, "lo que es una vo¡untad decidida por mi parte, al transformarse en un instrumento de negociación con los demás: voluntad de firma del Tratado de No Proliferación y, por otra parte, negociación de las condiciones en que esa firma pueda producirse".

En julio de 1983, cuando España comenzó a negociar su ingreso en el Euratom (Comunidad Europea de la Energía Atómica), los miembros de este organismo -todos firmantes del TNP, con la sola excepción de Francia- trataron de presionar a España para que se adhiriese a este tratado. El Euratoin se fundó en 1958, diez años antes de que se firmara el TNP, pero el espíritu del tratado fue hecho propio por casi todos sus miembros.

Dejación de soberanía

Al negociar el ingreso en el Euratom, España ofreció firmar las salvaguardias que todos los miembros de la Comunidad han suscrito con la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA). Una de las razones esgrimidas por España en aquella ocasión era que no estaba dispuesta a hacer dejación de su soberanía y que una cesión en la cuestión del TNP llevaría a crear un precedente que se podría tratar de aplicar automáticamente a otras cuestiones. Como ejemplo, se ponía la no existencia de relaciones diplomáticas a nivel de embajadores entre España e Israel, que el Gobierno tiene la pretensión de llevar a cabo, aunque subrayando que no lo hará obedeciendo a presiones.La ambigüedad calculada del Gobierno sobre la cuestión del TNP continuaba aún cuando el pasado mes de septiembre el presidente del Gobierno español presentó ante el debate parlamentario sobre el estado de la nación su decálogo, en el que afirmaba que no excluía "la consideración de la firma del TNP en el futuro".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

En enero de 1985, el Gobierno parecía haber madurado ya su posición al respecto y ésta se perfilaba como contraria al TNP. En un programa de televisión dirigido a la audencia juvenil, Felipe González afirmó con cierta vehemencia que el TNP "es una de las mayores hipocresías del mundo, un tratado que imponen los países que tienen armas nucleares a los que no las tienen". "Yo no tengo intención de fabricar armas nucleares", afirmó entonces González, "pero tampoco acepto que me humillen".

De esta forma el Gobierno hacía suya una posición tradicional española, que era la que defqndían dentro del propio PSOE los militantes que tenían la diplomacia por profesión. Esta postura había sido expuesta ya en junio de 1978 por Marcelino Oreja, entonces ministro de Asuntos Exteriores de la UCD, ante la Asamblea General de la ONU sobre Desarme y estaba centrada en tres puntos: el TNP es discriminatorio; hipoteca las posibilidades de investigación y desarrollo de los países no nuclearizados, y su firma dejaría a España con las manos atadas, por tener vecinos nuclearizados, como Francia y el Reino Unido (en Gibraltar).

Grandes y pequeños insisten

Durante los últimos tiempos, las dos grandes potencias y algún pequeño país europeo, como Holanda, han insistido ante España para que firme el TNP. Según un alto cargo del Ministerio español de Asuntos Exteriores, esta insistencia no obedece a que estos países teman que España tenga intención de construir armas nucleares, sino, simplemente, a la ejemplaridad que el gesto de España podría tener sobre otros países no firmantes del TNP, como Argentina o Brasil.La tesis de González de que el TNP discrimina a las potencias nucleares de las que no lo son es recogida unánimemente por todos los sectores gubernamentales y del PSOE implicados en el asunto. Otro argumento comúnmente aceptado es el de que, visto con la perspectiva que permiten los 17 años transcurridos desde su firma, el TNP ha sido incumplido por las potencias nucleares, que con los demás países signatarios se comprometieron, según rezaba el artículo sexto del tratado, "a celebrar negociaciones de buena fe sobre medidas eficaces relativas a la cesación de la carrera de armamentos nucleares en fecha cercana y al desarme nuclear, y sobre un tratado de desarme general y completo bajo estricto y eficaz control internacional".

Sectores del Gobierno -que coinciden con los más reticentes a la plena integración española en la Alianza Atlántica- afirman que la oposición a la firma del TNP obedece a la misma ambigüedad calculada que ha llevado a no definir con claridad la integración en la OTAN hasta que se perfilasen otras cuestiones-clave de la política exterior española, como el ingreso en la CEE.

Aunque el argumento de que el TNP es discriminatorio ha ido tomando mayor peso, la tesis de que su firma podría perjudicar al desarrollo tecnológico español se sigue esgrimiendo. Existen también otros argumentos como el expresado por el profesor Ángel Viñas, asesor ejecutivo del ministro español de Asuntos Exteriores, en un estudio sobre España y el TNP publicado por el Instituto Internacional de Investigaciones sobre la Paz de Estocolmo (SIPRI). Según Viñas, la no firma del TNP es uno de las factores disuasorios de España frente a posibles conflictos en el Mediterráneo occidental y el Norte de África.

Archivado En