Discrepancias sobre el alcance de la acción conjunta acordada por Hussein y Arafat

El acuerdo sobre una "fórmula de acción conjunta" concluido el lunes en Animan entre el rey Hussein de Jordania y Yasir Arafat, líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), elude, según fuentes locales, el principal punto de discrepancia entre ambos interlocutores: la resolución 242 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que pide la devolución de los territorios ocupados y el reconocimiento tácito de Israel y habla de los palestinos como refugiados, informa desde Beirut. En Israel, sin embargo, se cree que Hussein y Arafat han llegado a un acuerdo para estable...

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El acuerdo sobre una "fórmula de acción conjunta" concluido el lunes en Animan entre el rey Hussein de Jordania y Yasir Arafat, líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), elude, según fuentes locales, el principal punto de discrepancia entre ambos interlocutores: la resolución 242 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que pide la devolución de los territorios ocupados y el reconocimiento tácito de Israel y habla de los palestinos como refugiados, informa desde Beirut. En Israel, sin embargo, se cree que Hussein y Arafat han llegado a un acuerdo para establecer la política de "cambiar territorios por paz", señala Víctor Cygielman.Arafat declaró ayer, antes de abandonar la capital jordana, que el acuerdo era "positivo e importante", al tiempo que las autoridades jordanas comunicaban su contenido al rey Fahd de Arabia Saudí, de visita en Washington, que se apresuró en alabar "ese paso en la dirección apropiada".

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La incapacidad de ambos interlocutores para superar su única divergencia profunda (los palestinos creen que la resolución 242 no constituye una garantía de solución del problema palestino ni favorecela creación de un Estado independiente) resta trascendencia a un acuerdo que, en el mejor de los casos, supone simplemente el inicio de una ofensiva diplomática coordinada palestino-jordana.

En Tel Aviv el acuerdo ha caído como una bomba. El conservador partido Likud ha dejado bien claro que no aceptará ninguna negociación sobre el futuro de los territorios ocupados en 1967, aunque la idea de obtener la paz a cambio de los territorios es bien vista en el Partido Laborista, que forma coalición con el Likud. Resulta evidente, pues, que cualquier acercamiento laborista a los planes jordano-palestinos supondría el fin de la coalición gubernamental.

Por si fueran pocos sobresaltos, el domingo regresó a Israel una delegación de seis israelíes, árabes y judíos, que se entrevistó la pasada semana con Arafat en Túnez. Los israelíes propusieron al palestino "una suspensión mutua de hostilidades".

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