Tribuna:

La ovación

Sin prejuzgar lo que en su día la justicia juzgará, sí quiero considerar un serio problema político y estético, a plantear en el caso de que los jueces decidieran que el grapo Martín Luna no fue muerto en buenas condiciones, es decir, sin el "¡alto!" y esas cosas que se dicen en circunstancias similares. Recordaba este periódico en cercana fecha que la caza y muerte de Martín Luna fue el. primer éxito de Barrionuevo en su nueva carrera como ministro de Interior. Todos los diputados de Coalición Popular se fundieron en una sola ovación cuando Barrionuevo calificó aquella acción policial ...

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Sin prejuzgar lo que en su día la justicia juzgará, sí quiero considerar un serio problema político y estético, a plantear en el caso de que los jueces decidieran que el grapo Martín Luna no fue muerto en buenas condiciones, es decir, sin el "¡alto!" y esas cosas que se dicen en circunstancias similares. Recordaba este periódico en cercana fecha que la caza y muerte de Martín Luna fue el. primer éxito de Barrionuevo en su nueva carrera como ministro de Interior. Todos los diputados de Coalición Popular se fundieron en una sola ovación cuando Barrionuevo calificó aquella acción policial como "correcta, ejemplar y meritoria". Los compañeros socialistas de Barrionuevo no le aplaudieron por dos motivos: porque la muerte sigue sobrecogiendo más a la izquierda que a la derecha, y porque los socialistas de verdad, en el fondo del fondo, del ministro que menos se fían es del titular de Interior.Ahora la ovación ya está dada, y si la actuación policial fue "correcta, ejemplar y meritoria" bienvenida sea la ovación, aunque sería de desear que en ocasiones similares no saliera el señor ministro a saludar a los tercios ni algún desaforado de la derecha reclamara para él orejas u otros apéndices de discutible simbología. Pero pongámonos en lo peor. Pongámonos en que, lamentablemente, los jueces decidieran que aquella acción no fue ni meritoria, ni ejemplar, ni correcta. ¿Qué se hace entonces con la ovación? Si a Barrionuevo le hubieran dado el Balazo de Oro de Billy el Niño o el Langostino de Oro de Vinaroz, pues se devuelven las recompensas materiales y ya está. Pero ¿cómo se devuelve una ovación? Imposible arreglar entonces las cosas por el procedimiento de compensar la ovación con un abucheo, porque ese abucheo sus señorías ovacionadoras se lo estarían dedicando a sí mismas. Tampoco en este caso un clavo saca otro clavo, es decir, otra ovación compensaría la anterior. Porque la segunda, ¿a quién se dirigiría? ¿Al grapo muerto? ¿A los jueces perspicaces? ¿A Barrionuevo, a pesar de todo?

Bendita experiencia. En el futuro hay que aplaudir menos a la muerte. Sea de quien sea, a la muerte sólo hay que dedicarle minutos de silencio.

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