El sandinismo, ante las urnas/1

Un triple miedo acosa a los nicaragüenses la guerra, los 'contras' y los soldados

Muchas personas se preguntan en Nicaragua qué puede pasarles sí el próximo domingo no acuden a votar. El Frente Sandinista basa la legitimidad del proceso electoral no tanto en los partidos inscritos como en una asistencia masiva a las urnas. Los Comités de Defensa Sandinistas (CDS), ojos y oídos de la revolución, realizan por ello una intensa campaña contra el abstencionismo. Pero a 150 kilómetros de Managua, los campesinos se hacen otra pregunta: ¿qué les ocurrirá si acuden a votar por caminos donde acecha la guerrilla? Tal es el miedo de esta otra Nicaragua que sufre los rigores de la guerr...

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Muchas personas se preguntan en Nicaragua qué puede pasarles sí el próximo domingo no acuden a votar. El Frente Sandinista basa la legitimidad del proceso electoral no tanto en los partidos inscritos como en una asistencia masiva a las urnas. Los Comités de Defensa Sandinistas (CDS), ojos y oídos de la revolución, realizan por ello una intensa campaña contra el abstencionismo. Pero a 150 kilómetros de Managua, los campesinos se hacen otra pregunta: ¿qué les ocurrirá si acuden a votar por caminos donde acecha la guerrilla? Tal es el miedo de esta otra Nicaragua que sufre los rigores de la guerra desde hace dos años.

JESÚS CEBERIO ENVIADO ESPECIAL San Rafael del Norte es un pueblo acosado por el miedo: a la guerra, a la guerrilla contra y también a los soldados. El delegado local del Frente Sandinista describe este clima, al mismo tiempo que tres blindados T-34 avanzan per la calle con un ruido infernal. Las guerrillas del FDN (Fuerza De mocrática Nicaragüense) entraron dos veces en el pueblo, la última en abril, y dejaron un saldo de 34 muertos. La prepotencia de algunos soldados, que con su fusil kalashnikov al hombro se sienten los amos del mundo, asusta a estos campesinos atrasados, cuya vida apenas cambió desde que el general Sandino combatió aquí a los norteamericanos.

La tardía reforma agraria

"La revolución llegó demasiado tarde. Hace sólo unos meses que la reforma agraria empezó a distribuir tierras", admite el responsable sandinista. Las plantaciones de café, que pertenecían antes a cinco terratenientes, se han distribuido en varias cooperativas, pero los resultados son escasos, y la desconfianza, grande.

Ningún partido vino a pedir el voto a los 5.700 habitantes de San Rafael del Norte. La publicidad electoral, escasa, lleva el sello del FSLN (Frente Sandinista de Libe ración Nacional), excepción hecha de media docena de pintadas de liberales y comunistas. No hubo más mítines que los que llegan por la radio. En toda la región, el parti do gubernamental usa un eslogan casi desconocido en Managua: "Con las balas y con los votos, seguiremos de frente con el Frente"

El Batallón de Lucha Irregular (BLI) Germán Pomares está instalado estos días en el pueblo. Su comandante, el teniente Manuel Vindel, de 24 años, lamenta la tardía llegada de la revolución. Para el tipo de combate que practican es tos batallones "es fundamental la ayuda de los campesinos, que en gran parte depende de factores sociales", afirma el joven militar.

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En Yalí y la Concordia, donde la reforma agraria se aplicó antes, con escuelas y centros de salud, la mayoría se ha incorporado a las milicias y colabora estrechamente con los BLI. Tienen tierras que antes no tenían y pueden comprar algunos artículos elementales que eran exclusivos de la ciudad. "Los campesinos son nuestros mejores aliados". El fenómeno contrario se registra en Pantasma, donde el atraso económico juega a favor del FDN.

"Es difícil", dice el teniente Vindel, "hacer la guerra a la contra cuando el campesino vive en medio de este atraso".

Los BLI aplican tácticas de guerrilla. Esto supone no sólo combatir en la montaña, sino también hacer un intenso trabajo político. "Cuando llegamos a la casa de un campesino y encontramos huellas evidentes de que estuvo en ella la contra, nos detenemos para tratar de convencerle de que es la revolución la que defiende sus intereses. Esto no es fácil cuando se lleva días peleando en la montaña y se ha sufrido alguna baja", asegura el joven teniente

Estos batallones de elite, que queman un par de botas en un mes, son la última avanzada sandinista allí donde no llega el partido ni la campaña electoral. En la guerra aplican una disciplina espartana.

En su última salida, el batallón Germán Pomares anduvo cinco días por la montaña sin parar, detrás de un grupo del FDN. Los soldados llevaban en la mochila más de 500 cartuchos y sólo dos raciones de comida fría, consistentes en un bote de leche condensada y una lata de chorizo. "En el monte, las balas valen más que la comida".

Esta disciplina interna no está reñida con un lento trabajo de persuasión política con los campesinos más alejados del sistema. La prepotencia ha sido sustituida por estrictas normas de respeto a la población. Varios oficiales y soldados cumplen condenas de hasta 30 años por ejecuciones sumarias realizadas hace un año en la localidad de Pantasma. Antes, el Ejército expropiaba vacas y granos para alimentar a sus soldados. Ahora lo paga. Es otra forma de no ganarse enemigos. Esta política ha cosechado sus frutos. En la cooperativa de Darailí, que agrupa a 40 familias, hay 30 mílicianos. Un viejo guerrillero de 60 años, a quien la contra quemó su pequeña choza, ha empezado a vivir de nuevo. Ahora come al menos arroz, frijoles, azúcar y aceite. Su nueva casa, cuatro paredes de madera bajo un techo de zinc, no tiene más que un horno refractario y unas hamacas, donde duermen sus seis hijos, entre varias gallinas y un cerdo. Pero la cooperativa está empezando, y no ha recogido aún su primera cosecha de café. El domingo votará en Yalí, a una hora de camino, por una zona infestada de contras. Los 30 milicianos de la cooperativa irán con sus fusiles listos.

En todo el tercio norte del país, miles de campesinos tendrán que caminar a los centros de votación con su fusil al hombro. Son los mismos que en la segunda quincena de noviembre irán armados al corte de café. El subcomandante Tobías Gadea se pregunta en Estelí: "¿Qué Gobierno es capaz de repartir las armas a su pueblo si no se siente seguro?". Reservistas y milicianos guardan el fusil en su casa junto con la munición. Fuentes sandinistas estiman que cerca de 350.000 armas han sido ya distribuidas entre la población para hacer frente a una eventual intervención norteamericana.

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